González García y la unidad del peronismo: "Había presión popular y el dirigente debe escuchar"
En otro tramo de la entrevista concedida a La Tecla, el ex ministro de la Nación, Ginés González García, hizo referencia a las primeras medidas que habría que tomar en materia de salud en caso que Alberto Fernández asuma el 10 de diciembre, a la unidad del peronismo y a las similitudes que el escenario político y económico actual tiene con 2001. También habla del aborto
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-¿Qué es lo primero que habría que hacer en cuanto a salud en un eventual futuro Gobierno peronista? -Tratar de que no se caiga el sistema. Hoy, el sistema de provisión de servicio está muy frágil. De hecho se está cayendo parcialmente. Lo que depende de la Seguridad Social está muy colapsado. Y en cuanto a lo público, como no se pueden cerrar los hospitales públicos, se está perdiendo capacidad de acción por falta de insumos, críticos y no críticos. Semejante estructura a lo largo y ancho del país, que deje de funcionar por una falta de fondos es una catástrofe. La prioridad es que no se caiga el sistema, recomponerlo y que empiece a funcionar. Es como los aviones: cuando se estabiliza para que no se estrelle hay que empezar a subir. Eso fue lo que hicimos en el 2002.
¿Cómo ve al peronismo después del proceso de unidad? -Al peronismo lo veo muy bien. Estamos muy contentos. Primero, porque ganamos, pero sobre todo con el proceso, que no tuvo demasiado reconocimiento, de la gente ni de la prensa. El mecanismo de unidad fue muy positivo. José Luis Gioja fue el artífice. Fuimos trabajando de a poquito y después armamos los equipos técnicos, que fue el instrumento de unidad, porque ahí nos juntábamos todos. Fue un mecanismo de acumulación pensando en lo que compartíamos, no en la disidencia. Ese era el mensaje. Buscamos en qué coincidimos y logramos una unidad grande, que es un factor impresionante de éxito.
-¿No se unieron por el espanto, entonces? -No, pero la idea de cambiar a este Gobierno estaba. ¿Pero sabés qué empujaba mucho? La gente. En la calle nos decían “únanse”. Entonces había una presión popular, y un dirigente tiene escuchar a la gente, como debe ser. Las últimas elecciones las ganaron porque fuimos divididos, porque si nosotros íbamos juntos, no perdíamos ninguna. Así que también fue un aprendizaje. Estamos todos pensando en qué acordamos y no en qué nos peleamos, esa es también una enseñanza para los argentinos.
-¿Qué le pareció que degradaran el Ministerio de Salud a Secretaría? -Es un gesto espantoso; es un gesto devaluatorio de todo el sector, hacia los que trabajan en él y hacia los que esperan algo del sector. El Estado se fue, las provincias quedaron solas; algunas reaccionaron mejor, tratando de seguir las políticas como pueden, y otras no pueden. Es una necesidad imperiosa del próximo Gobierno nacional poner en la agenda a la salud como prioridad.
-¿Hay un escenario parecido al 2001? -Desde el punto de vista económico y de la crisis, tiene mucho de parecido. Pero sí me parece que hay una cuestión bien distinta, que es un activo para el próximo Gobierno. Cuando pasó eso fue en la mitad del gobierno de la Alianza, que se había quedado sin crédito alguno, la clase política en general. Yo asumí en 2002 con la gente gritando “que se vayan todos”. Esta vez no tienen eso. La gente hoy tiene esperanzas en el nuevo Gobierno. También está la cuestión de que pronto será el cambio de gestión. Todas estas cosas son ventajosas con respecto al ánimo colectivo.
-Usted instaló el tema de interrupción legal del embarazo (ILE) en 2005 y fue muy castigado por ello. ¿Cómo ve el tema hoy en perspectiva, a la luz de lo que pasó en estos años? -Lo veo como un gran avance.
-¿Por adentro suyo no piensa “vieron que tenía razón”? -No, para nada. Lo que a mí me preocupa de ese tema no es la enorme energía social que obtuvo el movimiento al principio, las chicas con los pañuelos verdes, fue algo que movilizó a mucha juventud, cosa que es difícil hoy en una causa. Me resultó un fenómeno extraordinario, la energía social, el debate que se armó en Diputados y Senadores; yo estuve en ambos. Lo que sí me preocupa es que después se convirtió en un combate, como si fuera un combate de la religión. Una causa que no tenía nada que ver. Yo siempre opiné como ministro de Salud, nunca fui ministro de Religión, ni me voy a meter en eso. Pero tampoco las religiones se tienen que meter en las leyes civiles.
-¿Usted habló de la legalización del aborto como instancia superadora? -Sí. ¿Pero por qué digo ahora lo de la despenalización? Porque me parece que eso se resuelve no con una ley sino con el Código Penal. De esa forma hay chances de que eso tenga una posibilidad más inmediata. Si tuviera la decisión, cuidaría mucho de no meter a la Argentina de la confrontación, que es la actual, en un debate inicial en el próximo Gobierno. ¿Está claro lo que digo? Hay que buscar temas que nos unan.