La Tecla
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El Papa y el presidente argentino, Alberto Fernández, se reunieron este viernes en el Vaticano durante 44 minutos en un clima cordial y Francisco pidió al mandatario que sea "mensajero de paz".
Como es habitual, la audiencia comenzó con el papa que salió al encuentro del presidente en la sala del Tronetto, quien le dijo: "Santo padre qué gusto verlo" a lo que el pontífice respondió con un "Bienvenido". Luego se dieron un apretón de manos.
Mientras se dirigían a la Biblioteca para la reunión privada, Fernández invitó al pontífice a pasar primero, a lo que Francisco respondió con una de sus habituales bromas: "No, primero el monaguillo", ya que así sucede en las procesiones de inicio de las misas.
La reunión privada duró 44 minutos y después se pasó al tradicional intercambio de regalos y la presentación de la delegación. El presidente argentino entregó a Jorge Bergoglio una escultura del conocido como "Negro Manuel", el esclavo Manuel Costa de los Ríos y que se dice fue el primero en encontrar la imagen de la Virgen de Luján según la tradición católica y que ha empezado su camino para la beatificación.
También entregó al pontífice dos libros sobre los cafés porteños, donde Jorge Bergoglio solía tomar café cuando era arzobispo de Buenos Aires, y un tejido elaborado en un telar artesanal por jóvenes de la asociación civil Granja Andar y un "calendario inclusivo" también de esta organización.
Por su parte, el papa entregó al presidente una escultura de bronce que representa una vid con uvas sobre la que se posa una paloma y con el grabado: "Sed mensajeros de paz". En esa línea fue el mensaje del Sumo Pontífice al presidente y la primera dama, Fabiola Yáñez: "Sean mensajeros de paz. Esto es lo que quiero para ustedes, que sean mensajeros de paz"
Francisco regaló también algunos de los documentos escritos durante su pontificado y el último mensaje de Paz y se detuvo en su exhortación apostólica escrita para el Sínodo de los jóvenes, Christus vivit, y leyó "La oración del buen humor" de San Tomás Moro. Fernández pidió al papa que le dedicase uno de los volúmenes, a lo que el papa accedió y le escribió un mensaje.