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Viernes, 27 diciembre 2024
Argentina
31 de diciembre de 1969
Investigación

¿Qué pasó con los Horneros?

Cuatro fueron los hombres que participaron de la matanza de José Luis Cabezas, en enero de 1997. A nueve años del crimen, tres de ellos están en libertad y uno falleció, pero si viviera también gozaría de ella. ¿Cómo viven los horneros después del asesinato?

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"Los muertos bien muertos, y los  asesinos probados pero sueltos” escribió Rodolfo Walsh, en 1964, en el epílogo a la segunda edición de una de las joyas máximas de la novela policial del siglo XX, Operación Masacre.

 El  13 de noviembre de 2003, el Tribunal de Casación bonaerense redujo las condenas y como los "horneros" quedaron sentenciados a penas de entre 18 y 20 años de cárcel, desde diciembre de 2004 hasta abril de 2005 la Cámara Penal de Dolores los fue excarcelando uno por uno.

También se atenuaron las condenas de Gregorio Ríos (a 27 años) y de los ex policías Sergio Camaratta (a 25) y Aníbal Luna (a 24), aunque rechazaron sus excarcelaciones. El ex oficial Prellezo es el único cuya condena no fue considerada y deberá permanecer tras las rejas a perpetuidad.

“Seguimos muy mal, todo esto es un dolor muy grande", dijo Norma Cabezas, madre del fotógrafo asesinado durante el homenaje por el noveno aniversario de la muerte de su hijo. Y afirmó que "todavía estamos esperando que la Suprema Corte de Justicia bonaerense deje firme el fallo" del juicio.

Por su parte, Gladys Cabezas, hermana del fotógrafo, realizó también un pedido a los jueces para que "den la condena" y sus padres "puedan estar tranquilos".

Norma Cabezas confió en que la resolución de la Suprema Corte bonaerense saldrá en los próximos meses y abogó para que los "horneros vuelvan a la cárcel".

Sin embargo, en los tribunales ven pocas chances para que eso se cumpla porque incluso de validarse la condena del juicio oral todavía queda la vía de la Corte Suprema de Justicia.

Excarcelados

En la actualidad, “los horneros” continúan sus vidas como si nada hubiera pasado el 27 de enero de 1998, el mismo barrio los une y su cotidianeidad trans- curre como la de cualquier persona, mientras que sus vecinos son sus aliados.

En la cárcel, los horneros se han vuelto fervientes evangelistas gracias a la prédica de un improvisado pastor llamado Fabián Tablado, el joven que ganó triste fama cuando asesinó de 113 puñaladas a su novia Carolina Aló. Horacio Braga, el más comprometido de todos los Horneros en el asesinato, en  2000 comenzó a estudiar derecho.

Sergio González, mientras estuvo detenido, comenzó a cursar el último año de la secundaria e inició derecho al igual que Braga. Además, los cuatro Horneros estudiaron mecánica, tarea en la que intenta rebuscársela en la actualidad, mientras termina derecho, González.

Horacio Braga trabaja en una casa de pollos de los Hornos al igual que José Luis Auge, y Sergio González no tiene empleo, se las arregla haciendo changas, igual que lo hacía  antes del momento en que decidió  participar del crimen del fotógrafo.

 La Tecla se comunicó a El rey del Pollo, casa de comidas donde supuestamente trabajan Braga y Auge a pesar que sus dueños lo niegan, y al preguntar por el segundo, uno de los empleados responde: “No trabaja más acá”, sin embargo consulta con otros compañeros y continúa: “Si llamás mañana a la tarde por ahí lo ubicás, a eso de las 6 abrimos. Fijate que quizás esté”. Al otro día, en busca de dos de los horneros, los periodistas se acercaron hasta la casa de comidas y al preguntar por él, con miradas cómplices, los empleaos del local sostienen que no está y que en realidad no trabaja todos los días allí, sino que va cuando tiene que cortar los pollos. Preocupados, sin saber quiénes eran los que preguntaban por Auge y queriendo averiguar, preguntan: “¿Porqué tema es, por la patronal?”.

El cuarto de los horneros, Héctor Retana, falleció en 2001. Estaba enfermo de HIV, y un ataque cardíaco le provocó la muerte.

Los días de Auge, Braga y González transcurren en total anonimato, nunca salieron de sus barrios, y los mismos vecinos se encargan de cubrirlos y rechazar a cualquiera que se acerque por la casa de alguno de ellos en su búsqueda.  “Acá no vive nadie, ¿quiénes son los horneros?, no te das cuenta que quieren rehacer su vida y con los periodistas alrededor siempre vuelven a encontrarse con el pasado que quieren olvidar”, sostiene un vecino de Braga.

Cada protagonista de esta historia sabe que su vida no es la misma. Muchos por responsabilidad propia, y otros por pecados ajenos. En ese reparto dispar, sin duda los que llevan la peor parte son los familiares de José Luis.

Mientras “los horneros” continúan sus vidas, familiares y amigos de  Cabezas continuarán en la lucha por la justicia y contra la impunidad.

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