El “Chinchu” Gasparini: “Estuve tres veces por morir, pero el cariño de la gente me ha fortalecido”
Si le dicen Juan Carlos, es probable que no se dé vuelta. De una pobreza absoluta a la intendencia, el roqueperense no tiene rencores pero dice tener memoria sobre la historia que lo llevó hasta donde está hoy. Como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie, un peronista de anécdotas memorables, que te lleva de la risa a las lágrimas en cuestión de minutos.
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El intendente de Roque Pérez recuerda con exactitud cada vez que estuvo en la lona. De memoria envidiable y anécdotas para pasar de generación en generación, el “Chinchu” Gasparini habla de “dos tipos de pobrezas, la estructural y la de la cabeza”, y nos cuenta porqué.
- ¿Cómo está conformada tu familia?
Estoy solo, tengo cinco separaciones y 7 hijos
- ¿Cómo te llevás con tus hijos?
Me llevo con todos, todos están conmigo. Con mis ex mujeres me llevo bien, pero dos de ellas se murieron, la 42 y la de 57
- Pero tuviste buenas separaciones, terminaste en buenos términos
Siempre, siempre con todas. Y mis dos hijas están conmigo, una está estudiando en La Plata diseño gráfico y la otra ya se recibió de veterinaria.
- ¿Cómo se llaman y qué edades tienen tus hijos?
Darío tiene 51 años, Eliana 34, Agustina 28, Bárbara 23, Carlitos 33 y Miguel de 31 años. Y ninguno de ellos está ligado a la política, yo no acomodé a nadie.
- Más allá de que vos no hayas acomodado a ninguno, ¿Alguno mostró interés por la política?
Sí, Eliana. Es la más "chinchulina".
- ¿Y todos son peronistas como vos?
Sí todos
- ¿Crees que fue por influencia tuya?
No, crecieron mucho a la par mía y siempre vieron la militancia. Mis hijas más chicas siempre han estado estudiando, pero Eliana es la que más va por ese lado, estudió un tiempo y dejó y siempre cerca mío en la política, en la unidad básica, en el barrio.
- ¿Qué solés hacer cuando logran reunirse todos?
Es algo pendiente que tengo, porque tengo bisnietos y como está todo tan jodido con esto de la pandemia y también como estuve tanto tiempo mal de salud, reunirme con la familia es algo pendiente. Nietos, bisnietos, pero no lo pude hacer por la pandemia.
- ¿Y cómo te comunicás con ellos? ¿Hacés videollamadas?
Sí, continuamente. Darío me llama todos los días, Eliana también y las chicas también. Están pendientes de lo que me pasa a mí, y yo de lo que les pasa a ellos.
- ¿Cuántos nietos tenés?
Eliana tiene dos hijos, son mellizos. Carlitos tiene uno, Miguel cinco y Darío cinco.
- Imagino que cuando se reúnen, debe ser algo multitudinario
Sí. En un cierre de campaña fueron todas mis ex mujeres y mis hijos
- ¡Todo el pueblo!
Sí. Hoy hablaba con los pibes de la Municipalidad, les contaba que yo siempre voy a todos los velorios, ahora no se los puede velar, pero vas a la iglesia y de ahí al cementerio, y con la edad que tengo se está muriendo toda gente amiga mía, que conozco, y conozco a todo el pueblo, así que voy a todos los velorios, siempre, desde chico.
- ¿Qué edad tenés?
73 años. Yo me quedé en la calle, así que me conoce todo el pueblo, conozco a todos.
- ¿Cómo te pegó la pandemia?
Yo tengo mielodisplacia, una enfermedad en la médula que por ahora es incurable. Por ahora estoy un poco mejor por la quimioterapia, con eso voy levantando un poco y volviendo a trabajar, pero la pasé feo, estuve tres o cuatro veces por morirme, si me agarra el covid me lleva puesto.
- Hay que cuidarse muchísimo
Sí, es muy difícil cuidarse porque en este trabajo tenés que andar todo el día para todos lados, tengo a media municipalidad con covid, yo me he salvado, me hisoparon cuatro veces, siempre negativo. Yo soy un tipo que siempre está cerca de la gente, de los problemas. La gente te llama, te viene a buscar, pregunta por el intendente, por algún traslado a un hospital, y ahora está muy difícil para conseguir una cama, el covid nos está pegando fuerte, está muy complicado. Tenemos un gran equipo de salud y hemos trabajado muy bien, tenemos un hospital chico pero bastante bueno, viene gente de Pedernal, Riestra, El Carril, Salvador María, Lobos. Todos quieren venir a Roque Pérez.
- ¿Pudiste reconocer esas veces que estuviste cerca de la muerte? ¿Qué pensaste?
Sí, sabía que me estaba muriendo. En un momento en mi vida estuve comiendo por una sonda cuatro meses, en un departamentito que alquilo para mis hijas en otro lado, un ambiente, muy chiquito. Un día le dije a mi hija "Me quiero ir a Roque Pérez". Fui a ver con mi hija a la doctora, no quería saber nada. Le dije a la doctora "Sáqueme esta cosa, me quiero morir en Roque Pérez". "¡¿Pero cómo?! usted no puede", me dijo. "Sí, sí que puedo, me quiero ir. Si usted no me saca esto, yo me lo saco solo". "¿Pero usted va a comer?, mire que si no come se va a morir", me respondió. "Me estoy muriendo, doctora", le dije, y me vine para Roque Pérez.
Yo había rebajado 16 kilos, estaba hecho un cadáver, no podía ni caminar. De ahí pasé por la casa de un amigo, lo saludé. A la noche me invitó a comer, fui a la casa y me comí dos platos de guiso, nunca me voy a olvidar.
Ahí empecé a comer, encontré a un médico de La Plata, que me cambió las medicaciones, me dio tratamiento junto al doctor Demichellis de Roque Pérez, director del hospital, y una hematóloga de Saladillo. Ahí fui mejorando, engordé 11 kilos tomando corticoides y todo eso.
También estoy infartado, tengo un stent. Estuve tres veces por irme. Me agarró una pulmonía severa que casi me lleva puesto, me escapé, y ahora estoy trabajando otra vez, lo hago porque lo llevo adentro, lo siento y es más fuerte que uno.
- Esquivándole a la muerte, tuviste suerte
Sí, lo que más me ha fortalecido es el cariño de la gente, de mis hijas también, por supuesto. Me di cuenta que tenía hijas cuando estuve enfermo, estuvieron las tres junto a mí, en los peores momentos bancándome, que no es nada fácil, y les pude dedicar el tiempo que no les dediqué nunca por la política y las cosas de la vida. Es una deuda que tengo con todos mis hijos, de no haber estado mucho tiempo y permanecer, pero sí tengo trato con todos. "Papi, tengo un problema", me dicen, y yo siempre estoy, igual que con mis nietos.
Eso, junto con el cariño de la gente ha sido maravilloso para mí. En los momentos más difíciles, los mensajes de la gente llegan, fue bárbaro, maravilloso, eso me levantaba, tenía que zafar para volver a la Municipalidad, yo quería trabajar. La gente me dice "Cuidate, no andés, vos no podés estar acá", pero yo voy al hospital; voy a ver cómo está la gente; los problemas, que todos los días hay uno distinto.
Estoy muy contento de haber vuelto, es lo que vine a hacer a la vida, lo que me marcó en mi vida fue la política, poder desarrollarla y hacer cosas para la gente. En mi despacho tengo cosas que me regala la gente. Un montón de vírgenes, santos que me llevaron a la Municipalidad cuando estaba enfermo.
Tengo una gran amistad con Axel (Kicillof), con Aníbal (Fernández), con todos los intendentes. Todos me llaman, me quieren mucho, me cobijan, me miman, me han ayudado con muchas obras para Roque Pérez. Si bien la situación de la Municipalidad está muy compleja porque hay muy poca recaudación de impuestos y mucho gasto, la gente acude a la Municipalidad, a mi casa, soy muy conocido entonces la gente viene a cualquier hora, sábado, domingo. La gente está ahí llamándote cuando tiene problemas.
- Y ahí estás vos para atenderla
Siempre, siempre cerca de la gente. Salgo a recorrer las obras todos los días, salgo a la calle, no estoy metido adentro de la Municipalidad, salgo a hablar con la gente, con los peones, los empleados.
- Tuviste una infancia muy dura
Sí, no tengo rencores, pero sí me acuerdo, la pasé muy mal. Me crié en un hogar bastante difícil y me fui de mi casa desde muy chico.
-Sufrías violencia ¿Cierto?
Sí, también hambre y miseria, discriminación.
- ¿Discriminación por ser pobre?
Sí, por ser pobre, vago, por ser el del "otro lado de la vía". Antes se usaba ese término, por eso cuando entré (a la intendencia) lo primero que hice fue hacer pasos para el otro lado de la vía, los alumbré a todos para unir al pueblo. Ahora ya no hay más un "del otro lado de la vía", no se habla más de eso, pero antes estaban "los de este lado de la vía" y "los del otro lado de la vía".
Tuve una infancia difícil, muy dura. Laburé siempre y nunca me olvido de lo que me pegó una patada en el traste para enderezarme, eso también me marcó en la vida. Omar Fanucci me dio trabajo, yo tenía trece años y trabajaba en la bolsa de choclo, arvejas; corté ladrillos en Los Hornos; saqué bolsas en el campo; anduve de camionero; casé nutrias, cualquier bicho para comer y para vender el cuero en aquella época. Ahora tengo una nutria que es mi amiga, nos hemos hecho muy amigos, todas las mañanas le doy de comer masitas.
- Te reinventabas todo el tiempo
Sí, también vendí caramelos en las canchas, flores en el cementerio, hice de todo, siempre laburando siempre me gustó tener el mango mío. Trabajé en un corralón de materiales un tiempo, todo a pala ancha. Trabajé de albañil. Hice de todo pero todo lo que hacía, siempre quise ser el mejor, nunca ser el peoncito que se quedaba ahí y no aprendía nada.
Una vuelta me fui a Tandil y estuve trabajando en la tandilera, una fábrica de chapas y cilindros en un barrio. Fui como peón y a la semana ya era media cuchara, ya tenía peones yo. Siempre quise superarme y aprender.
- Eso marcó tu alma de líder imagino
Sí, desde chico fui así. Cuando me iban a buscar para pelear, me peleaba con la policía todos los días, en las canchas de fútbol. Me acuerdo de un festejo de Carlos Beguerie, la única localidad que tenemos, y los 100 años de Roque Pérez. Estaba toda la playa llenar, mucha gente en Roque Pérez y viene el jefe de la banda, militar, y me pide permiso para empezar el desfile. Y yo le dije "pensar que antes me llevabas preso todos los días y ahora te estoy dando la orden de empezar un desfile" (risas). Me salió de adentro, lo que es la vida.
- Las vueltas de la vida
Sí, pero cuando fui intendente de Roque Pérez lo primero que le pedí a Dios fue nunca cambiar. Gracias a Dios no cambié y no tengo los amigos del cambio, como tienen algunos.
Entre otros trabajos, también fui jugador de fútbol en el Alumni de acá, en el que jugó Julio Ricardo Villa campeón mundial del 78. Tengo una amistad con él, éramos muy buen equipo. También con Santiago Larre. Yo soy hincha de Alumni acá pero Santiago tenía un equipo en el campo y jugaba.
También fui técnico de Alumni, estuve unos cuantos años y salió varios años campeón, con todas las divisiones.
- ¿Extrañás jugar?
Sí, extraño el fútbol. No me lo permite mi trabajo y creo que tampoco me daría el físico ahora por mi salud. Alumni hace mucho que no sale campeón, que no está en los primeros lugares como estaba siempre. Algún día "Voy a volver", pero ya no me queda tiempo. Gané campeonato con los chicos más chicos y con los grandes. Esos mismos ganaron en Primera y gané cuatro o cinco campeonatos más. Fui técnico de la selección de Roque Pérez también.
Le debo mucho a Alumni, porque a través del deporte yo crecí, me conocieron, rompí barreras. "Eh Chinchu, eh Chinchu", me llamaban todo el tiempo. El fútbol me dio una carrera para poder ser intendente, me conoció mucha gente, tuve muchos chicos a mi cargo. Todos terminaron siendo buenos padres de familia, buena gente.
Hace unos años estuve en Roma, fui a ver a mi amigo Rubén Cousillas en el Manchester City porque el arquero de San Lorenzo es de Roque Pérez y jugamos juntos también. Me invitó a un viaje con todo pago, pasé por Roma paseando y le entregué al Papa un libro de Perón.
- ¿Y tus hijos que opinan sobre tu historia de vida?
Yo a ellos los aconsejo, les digo que la mejor posibilidad que tiene uno de sobreponerse a todas las cosas es tener crédito. El día que estás mal, tenés a quién pedirle. Yo siempre me crié con mucha gente grande porque también me gustaba la timba, jugar a los dados, y aprendí mucho de ellos, porque tenían mucho código, cosa que ahora se perdió. Antes la palabra era un documento, ahora se la echaron al diablo, cambiaron mucho esas cosas.
Siempre quise superarme. Creo que hay dos pobrezas: la de la cabeza y la estructural. La estructural, algún día te la podés sacar, te ganás la lotería y podés comprarte lo que querés, pero la de la cabeza, de no estudiar y demás, a esa la peleo todos los días, actualmente la peleo. En mejorar, entender las cosas, superarme.
- Y te dicen el Chinchu pero no te gustan los chinchulines
No me gustan los chinchulines, pero así me puso un carnicero, Carlos Amicco, porque tenían un matadero y cuando yo estaba con mis abuelos, me mandaban a buscar cabezas de vaca, chinchulín, tripa gorda, que todo eso antes te lo regalaban las traía en una bolsa. Como yo era flaquito y largo y andaba con unas alpargatas atadas, el carnicero me puso "Chinchulin". Yo me enojaba, después me di cuenta que lo tenía que patentar, y ahora me decís "intendente" o "señor"...la palabra que menos me gusta es "señor", hasta me pone mal. Me decís "Juan Carlos" y capaz que no me doy vuelta, pero me decís "Chinchu" y ahí estoy.
- Este año fuiste tendencia por una foto que compartiste
Con Vladimir Putín, sí
- ¿Te impactó o te lo esperabas?
Yo me había hecho hacer esa foto cuando Elisa Carrió trató de asesino al Presidente. Yo sabía que iba a dar que hablar mi foto, no pensando que iba a salir en revistas y menos que iba a recorrer el mundo. Me llevaron de Denver, Colorado; de Francia; de España; de Italia, de todos lados, y además me llamó una periodista rusa, de Kremlin, me hicieron un reportaje desde Casa de Gobierno, me contó lo que había impactado en Rusia.
Después vino una periodista rusa a reportarme acá a Roque Pérez. Quedé en ir a la Embajada, mandé un video de las cosas que nosotros producimos acá en Roque Pérez, para ver si se pueden hacer algunos cambios acá, algo que tengo que hablar con el Gobernador.
Axel (Kicillof) estaba muy contento porque cuando se enteró, me dijo "Llegaste a Moscú". La vacuna rusa fue la más denotada, la que más basurearon, y es la mejor.
El Pro trató de menospreciarla, y yo dije "Algo tengo que hacer", pero nunca pensé que iba a tener una llegada semejante. Acá me decían "¡No!, te vas a sacar una foto con él (con la imagen de Putín) y te van a decir que sos comunista, dejate de joder!". Y yo dije "No, cuando me vacune va a ser con la foto de Putín", y así fue.
No pensé que iba a tener semejante llegada. Fue algo increíble, estuvo en todas las radios, todas las provincias, me llamaban de todos lados. Hasta fui al programa con Mauro Viale y a los poquitos días murió. También estuve con Feinman, él es bravo, pero salí airoso de ahí, me felicitó. Me dijo ni bien empezó la entrevista "Usted es muy kircherista, ¿no?", y yo le dije "No, usted se equivoca señor, soy peronista. Comparto las políticas de Néstor y Cristina porque pude transformar a mi pueblo", y le impactaba mucho porque de chico yo ni siquiera tenía una casa.
- ¿Cuándo pudiste reconocer que eras peronista?
Desde chico, desde que nací. A mi padre lo encontré después de 46 años, se tuvo que ir en el bombardeo del ´55. Estuvo por Salvador, Costa Rica, Haití. Lo encontré después de 46 años, estuvimos juntos nueve meses y murió. Mi historia está marcada.
Me acuerdo que en el bombardeo del ´55 yo tenía 7 años, estaba en la casa de un tío mío, y en una radio se escuchaba apenas, porque se iba la señal, pero pasaban el bombardeo.
Además, los primeros regalos que yo recibí fueron de Perón y Evita, dos maserati, uno azul y uno roja, de madera con ruedas de chapa.
La historia del rancho de Perón sale por una foto que tenía yo de mi abuelo.
- Contame más sobre esa historia
Mi abuelo cuidaba el barrio obrero que había hecho Perón en el ´45, ya estaba terminado. La casa número 1 iba a ser para nosotros. Cuando lo derrocan a Perón, nos sacan a la calle. Me acuerdo que estaban todas las fotos de Evita en las ventanas, y las sacaban con una gillette, con un odio y una venganza terrible, no me olvido más de eso.
Siempre fui peronista. Un día fui a sacar una chequera al Banco Nación y todos se asombraron, "Miralo al Chinchu que viene a sacar una chequera". A la semana me llaman y estaba la chequera, y tenía que certificar la firma, y mi firma es un gato, es rápida. Me dijeron "¿Por qué hace esta firma?", y yo le dije "Porque un día voy a ser intendente y voy a tener que firmar muchos cheques". "¡¿Vos vas a ser intendente?! andate de acá", me respondieron. Y mirá lo que es la vida. Ahora hago de firma un gato, algo rapidito.
De chico siempre dije que iba a ser intendente. Es muy difícil que una persona como yo llegue sin estudios, sin tener nada, sin ser "hijo de...", o que alguien te deje el lugar. Yo llegué de la nada, creo que he sentado el precedente de que un tipo de la calle, que no tiene estudios y es pobre también puede hacer las cosas bien. No digo que yo las haya hecho recontra bien, seguramente tengo errores y falencias, y los acepto, pero si algún otro muchacho como yo quiere llegar y se lo propone, labura, hay un precedente.
A mí no me fue nada fácil, nadie me regaló nada, hice mucho. Siempre estuve con la juventud, con la gente, siempre fui solidario, toda la vida. Más de una vez fui a pagar la luz de otro, iba a mi casa y yo la tenía cortada. Lo que yo viví, mis hijos también lo sufrieron, porque uno desatiende a su familia por los demás.
La rotonda grande del pueblo de Roque Pérez, justo al entrar, me la dio Aníbal Fernández junto con una chica que trabajaba con él, una radical que perdió las elecciones.
Me acuerdo que el doctor (Juan José) Mussi, cuando estaba de Ministro de Salud, me ayudó mucho para Roque Pérez. Pude traer cosas al hospital y ayudar a la gente. Yo ya era conocido, había aprendido a gestionar, después fui concejal doce años y aprendí bastante. Siempre me caractericé por atender a mi gente y lograr cosas para mi pueblo.