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Argentina
7 de noviembre de 2021
POLITICOS EN PIJAMA

Desde Chacabuco, Víctor Aiola: "Con un padre comunista, leí antes El Capital que la Biblia"

El jefe comunal de Chacabuco es un hombre sencillo, que recuerda sus primeros años de vida entre un padre comunista y una madre radical. Entre sus sueños por cambiar la vida de los chacabuquenses, aparece su abuelo, quien le deja un recuerdo que lo ubica en su trayectoria como radical. Las enseñanzas de su hermano Roberto Carlos, sus pasiones, y mucho más.

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Víctor Aiola tiene particulares intereses, entre ellos la lectura y los relojes. De su baúl de recuerdos, el trabajo de su padre y su impronta política como bandera, la vida en dictadura y el retorno de la democracia, y su vocación como médico pediatra por sobre todo lo demás.



- ¿Cómo está conformada tu familia?

Mi esposa se llama Romina, es Directora de Salud, es médica pediatra al igual que yo. Tengo a mis chicos, la más grande se llama Valentina, que tiene 23 y estudia Nutrición en La Plata, está terminando la carrera; Joaquín tiene 21 y estudia Sistemas en La Plata también; Albertina que cumple 15 en estos días y está en la secundaria; y Justino que tiene 10 años y está en la escuela primaria.

 

- ¿Van a hacer fiesta de 15 para Albertina?

 

No, vamos a hacer algo muy íntimo, porque no le gustan mucho las fiestas a Albertina. A mi hija más grande sí le festejamos el cumpleaños de 15.

 

- ¿Y algún viaje?

No, los viajes típicos a Disney y eso, tampoco. Alber en realidad quería ir a Italia o a Inglaterra, porque una tía de ella vive allá, pero finalmente con el tema del covid, desistió por el momento, pero no le gustan los viajes, el sistema no le gusta (risas). Es típico de algunos adolescentes, de estar por fuera del sistema en algunas cosas, ella es una de esas.


 

 - Dos de tus hijos estudiaron en La Plata al igual que vos


Desde Chacabuco, Víctor Aiola:



Sí, yo estudié en la Universidad Nacional de La Plata la carrera de Medicina, y después hice la concurrencia con régimen de residencia en el Hospital de Niños Sor María Ludovica. Yo siempre digo que todo se lo debo al Hospital de Niños de La Plata y a la Universidad Nacional de La Plata.

 

- ¿Qué recuerdos tenés?

De la ciudad de La Plata, sobre todo del Hospital de Niños de La Plata. Aprendí la pediatría ahí y me marcó para siempre. Tuve grandes maestros y profesores que me dejaron una huella. Pienso que todo lo que logré en mi vida fue porque pasé por ese hospital.

 

Aprendí tantas cosas de la vida, y con mis compañeros de residencia, que yo digo que son como hermanos, porque nos hermanaron tantas situaciones, algunas alegres, y tantas difíciles, por el contacto con la enfermedad, con la muerte, esas cosas te hermanan para siempre, y tenemos una relación que se ha mantenido en el tiempo y que verdaderamente me marcó mucho.

 

También, yo digo que Miguel Maiztegui fue mi padre pediátrico, médico interno del Hospital de Niños muy conocido, de Quilmes. El doctor Fumagalli, un cirujano infantil muy conocido también, la doctora Silvia González Ayala, que es infectóloga, son personas que me han marcado para siempre por el esfuerzo, trabajo, compromiso, responsabilidad, cosas que son básicas.

También me marcó mi viejo. Él es políticamente comunista, amante del Che Guevara, herrero, y también tiene una cultura del trabajo fundamental. Tiene 80 años y sigue trabajando en el taller adelante de su casa.

Desde Chacabuco, Víctor Aiola:


- ¿Por fuera de lo académico? ¿Qué te llevás de tu época como estudiante?

Viví un tiempo con amigos y cuando me casé con mi señora esposa, que también estudiaba medicina, viví con ella hasta que nació mi primera hija, Valentina.

La verdad es que a mis papás les costaba mucho mandarme a estudiar, y prácticamente no tuve vida social, porque tenía el concepto de que la única forma de retribuirle a mi viejo tanto esfuerzo a mi viejo era estudiar más o menos las mismas horas que el trabajaba en el taller. Más que reuniones de la residencia con mis compañeros y alguna de fin de semana, después me dedicaba a estudiar para recibirme y empezar a trabajar, porque a mi viejo le costaba mucho, y nosotros somos cinco hermanos. Me la pasé sentado estudiando.


- ¿Lo disfrutabas?

Sí, porque además yo soy el primer profesional universitario de mi familia, tanto materna como paterna. Mi viejo estudió ingeniería un año, en Córdoba, pero se volvió, y era un desafío, el anhelo. Mi papá quería que yo siguiera en el taller, porque no soy el único hijo varón, pero mi otro hermano varón tiene síndrome de Down, entonces la única posibilidad de que el taller siguiera adelante era que yo estuviera ahí, para eso fui a la escuela industrial, pero mi viejo me dejó que yo hiciera. Hoy mis hermanas trabajan en el taller y yo no (risas). 



- Vos empezaste de joven a militar en la UCR

Yo empecé participando en la Escuela Industrial, en los centros de estudiantes, porque soy Técnico Mecánico. Y participé siempre en la política estudiantil.

Después en La Plata participé algo, muy poco en política, y mi mamá es radical, de ahí viene mi tendencia al radicalismo. El radicalismo con una visión, por la impronta de mi viejo, social. 




Desde Chacabuco, Víctor Aiola:


- ¿Crees que no todo el radicalismo tiene esa impronta?

El radicalismo tiene distintas variantes dentro del espacio, todas suman, pero Alfonsín decía que desde la edad media, la democracia es de lo social. Lo estamos viviendo ahora, todavía la democracia no saldó esa deuda, la social, no ha podido resolverlo nadie. Alfonsín obviamente que no alcanzó porque tenía un objetivo muy grande, que era asegurarnos la democracia para todos los tiempos, pero quienes vinieron después, en distintos gobiernos sucesivos y de distintos partidos políticos, no han podido resolver eso, de hecho hoy más que nunca tenemos 42% de pobreza, 70% de pobres en la línea del conurbano, 60% de pobres a nivel país, entonces es una gran deuda social que tiene la democracia y que ojalá que en los próximos años podamos darle respuesta a esas necesidades de la gente, eso es lo importante.




- Me hablaste de tu papá como referente, ¿Solían discutir sobre política o al contrario?

No, coincidíamos bastante. En una época difícil recibíamos el diario del PC (Partido Comunista) y lo leíamos medio a escondidas, mi viejo después lo agarraba y lo enterraba en una lata que teníamos en el patio (risas), guardábamos todos los diarios en esa época difícil, cuando yo era chico. 


Es el único comunista que vive como comunista (risas). No usa relojes, anillos, perfumes, no se va de viaje, no tiene vacaciones, usa ropa de trabajo las 24 horas, los 365 días del año, tiene una camioneta Ford modelo 73 que está destrozada. Vive como piensa. Él dice que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita, y él necesita muy poco para vivir. 

Desde Chacabuco, Víctor Aiola:
Tengo una anécdota que indica porqué después me dediqué a la política: en la época de Alfonsín, mi abuelo había tenido una empresa de colectivos, estaba bien económicamente de joven, adulto; él, radical de toda la vida, y un día me acuerdo que yo estaba en el taller adelante, y teníamos la casa atrás, -típico de los italianos, tener la fuente de trabajo adelante y la casa atrás-, y entra mi abuelo, ya grande, y yo era adolescente más comunista que el Che Guevara en ese momento, y mi abuelo materno entra hablando de Alfonsín.




Yo le dije "Pero abuelo, ¿Qué me venís a hablar de Alfonsín? Vos tenés que estar juntando cartones para llegar a fin de mes". Él tenía un Rambler, gastaba más nafta de lo que recolectaba, y le había puesto un carrito y juntaba cartones, de verdad, porque no llegaba a fin de mes.


Fue la época de la hiperinflación, una época desastrosa. Cuando le dije eso, a mi abuelo se le pusieron los ojos llenos de lágrimas y me dijo: "Alfonsín va a quedar en la historia de los argentinos, eso te lo aseguro", y se dio media vuelta y se fue.

Al otro día me trajo dos botellas de vino (risas), como para decir que él podía.

Después de eso, con mi abuelo no volví a hablar de política, después falleció y nunca le pedí disculpas. Pero me pasaron dos cosas: mi abuelo tenía razón, Alfonsín fue una de las mejores cosas que le ha pasado a Argentina; y por otro lado, que yo no estaba viendo a Alfonsín, mucho más allá, y mi abuelo sí estaba viendo mucho más allá. 

Desde Chacabuco, Víctor Aiola:


Yo como adolescente y un padre comunista, leí antes El Capital que la Biblia, porque la biblia casi no le leía. Es más, yo tengo cinco hermanos, y cuando nos bautizaron, mi mamá iba a la iglesia y el cura le preguntaba si era viuda, porque mi viejo nunca estaba, se quedaba haciendo el asado, y mi mamá estaba con mis hermanos y hermanas en sus bautismos. Nosotros siempre leímos mucha literatura, pero fundamentalmente de izquierda.




Me quedó una deuda con mi abuelo, además de estar de acuerdo con lo que él decía, pero como adolescente que era en ese momento, no entendía. En un momento, esa deuda se transformó en que tenía que trabajar para reivindicarme, y ahí empecé a trabajar activamente dentro del radicalismo, y acá estoy.


- Esa fue la respuesta a tu abuelo, que es mucho más que las palabras

Tal cual, sí. Eso me marcó, siempre digo qué incomprendido que estaba Alfonsín por algunos en esa época, cuánta razón tenía y cuánta razón tenía mi abuelo que era radical de sangre, él lo estaba viendo, en el medio de la hiperinflación y juntando cartones para llegar a fin de mes. Por esa deuda, y porque estoy convencido de que el radicalismo es la herramienta para transformar el país y lograr cosas verdaderamente importantes, empecé a abrazar al radicalismo, ahora ya estoy acá.



- ¿Cómo fue tu trayectoria antes de llegar a la carrera política?

Terminé la secundaria como técnico mecánico y después fui a estudiar a La Plata, hice la residencia en el Hospital de Niños, trabajé un año o más y después me vine para Chacabuco porque se había abierto la guardia de pediatría y de neonatología. Trabajé en el hospital, en el privado también, pero fundamentalmente en el hospital, en los centros periféricos de salud y en mi consultorio. La verdad es que extraño mucho a mis pacientes porque yo soy pediatra antes que intendente. La pediatría es parte de mí, soy pediatra las 24 horas. Estuve trabajando hasta que en el 2015 dije que uno se queja, critica, y no hace nada, está mirando televisión y criticando, entonces dije que tenía que hacer algo.


Desde Chacabuco, Víctor Aiola:

En ese hacer algo, decidí que quería ser intendente. Fui un día a una reunión del partido, dije que quería ser intendente, empecé a trabajar y con dos o tres amigos y amigas más, arranqué a recorrer la ciudad, y lo que me abrió una gran puerta fue la pediatría. Chacabuco es una ciudad que tiene 55 mil habitantes y yo tenía 4 mil y pico de pacientes. Si lo multiplicás por tres, cuatro, por cinco, en cada casa había alguien que me conocía y yo no entraba como un política, entraba como Víctor, como me dicen algunos pacientes "tío Victor", "el doc". Entraba un familiar, porque para mí, mis pacientes son como parte de mi familia, entonces uno conoce todo: de qué trabaja la mamá, la mamá, cuál es la historia familiar, y eso me permitió un mano a mano con la gente, donde yo les comentaba que quería hacer cosas por mi ciudad. Obviamente mis pacientes me votaron pero no estaban nada de acuerdo en que me metiera en política (risas). Me decían "¿¡Para qué te vas a meter ahí!?”, por el concepto que tiene la gente de la política. 






El día que gané en el 2015, me acuerdo que cuando me llevaron desde un local que teníamos hasta el comité en un carrito lleno de gente, estaba contento y a la vez triste. Yo sabía que no iba a poder seguir ejerciendo la pediatría. Seguí los primeros dos años de intendencia, de 2015 a 2017, atendí siendo intendente, pero en un momento me di cuenta que la pediatría no se puede hacer a la vez que otra, por una cuestión de responsabilidad con el paciente. El pediatra tiene que serlo las 24 horas, estar a disposición del paciente, por lo menos yo veo así la pediatría. Ahí tuve que dejar el consultorio, todavía extraño a mis pacientes, pero en algún momento volveré.






- Tenés pensado retomar entonces

Sí, tengo mi bolso de médico armado todavía, con todas las cosas adentro. Ahora quizá hago alguna interconsulta, que a veces me preguntan alguna duda, eso me pone feliz, me siento muy bien con eso.




- Hablemos sobre tus hermanos

Yo soy el mayor. Mi hermana que me sigue se llama María del Valle y tiene 49 años, siempre fue docente de educación especial, pasó por distintos cargos: fue vicedirectora, directora, es inspectora de educación especial, fue jefa distrital en la gestión anterior mía y hoy es primera candidata a consejera escolar, que es lo único que le falta en educación. 

Después está Clarisa, que también es docente, bibliotecaria. Después viene Roberto Carlos, que es mi hermano que es síndrome de Down, y por ultimo Emilia, médica veterinaria y vive en La Plata.



- ¿Cómo es tu hermano Roberto Carlos? ¿Qué significó para su familia?

Él nació en el 81. En esa época, de dictadura, a las personas con síndrome de Down se los tenía encerrados en las casas, y tener un hijo con síndrome de Down era, sobre todo para el hombre, el jefe de familia, algo negativo, algo que ocultar, era muy difícil. 



Para nosotros fue algo complejo, a mi papá lo golpeó mucho pero nosotros lo tomamos con total naturalidad, lo llevábamos a todos lados con la salida de la democracia, pero antes el contexto era muy difícil.



De hecho, yo recuerdo que cuando asume Alfonsín en el 83, en el barrio, y en todo Chacabuco, con la liberación y la democracia empezamos a ver a un montón de chicos con síndrome de Down que quizá tenían 40, 30 años y vivían en el barrio y nosotros ni sabíamos. 



Para nosotros ahora mi hermano es alguien más, pero fue duro en su momento, porque además no teníamos obra social y había que hacerle en estudio genético. El recuerdo que tengo es que mi viejo vendió un montón de fierros, de cosas para llevarlo a un doctor en Capital, donde le hicieron esos estudios, se gastó mucho dinero en eso y estábamos tristes. Después nos dimos cuenta que la familia que tiene un hijo con síndrome de Down, es elegida, por algo nos toca. Las personas así te dan mucha alegría, mucha paz, te conectan de otra manera, son puros, gente muy especial. Por lo tanto, para nosotros fue difícil al principio por el contacto social que vivíamos.



La gente, cuando veía a una persona con síndrome de Down, quizá se cruzaba de vereda, porque en un pueblo como Chacabuco pasaba eso. De hecho, me acuerdo que ya en democracia, habían anotado a mi hermano en basquet, mi mamá lo llevaba y una vez le dijeron "No lo traigas más porque a algunos padres no les gusta mucho", eso no puede pasar ahora, no lo permiten. 



La verdad es que la escuela especial nos ayudó un montón como familia, a ver a la discapacidad desde otro lugar, por eso hoy mi hermana es especialista en el tema. Yo también estuve relacionado con la pediatría, he tenido la posibilidad de acompañar a papás y mamás con niños con síndrome de Down, es muy especial, estamos muy felices  de haber tenido ese privilegio, que no le toca a cualquiera: al que le toca es porque tiene la posibilidad de sostener dentro de la familia a un ser tan especial.



- ¿Qué solés hacer en tus tiempos libres?

No tengo mucho tiempo libre, ni como pediatra ni ahora como intendente. Como decía antes, creo que el pediatra tiene que estar dedicado las 24 horas, y la medicina que engloba todo.

Lo que hago en mis tiempos libres es ir a boxeo, ya hace años que voy, una hora y media o dos, de lunes a viernes. También me gusta mirar boxeo. También leer, un hábito que adquirí de mi papá; la casa de mi viejo es humilde pero siempre tuvimos libros a mano.




- ¿Qué te gusta leer?

De todo: Jack London, Cortazar, lo clásico. Televisión no miro mucho, y películas tampoco. Ayer justamente mi hija más chica tenía que hacer un trabajo para la escuela y me preguntó cuál fue la última película que fui a ver al cine, y fue E.T. (risas). Eso es un resumen del cine que veo.

Desde Chacabuco, Víctor Aiola:

Me interesa mucho la relojería también, me parecen máquinas que son una obra de arte, tienen toda una historia, un trabajo, las lapiceras también me gustan (risas.



- ¿Qué te gusta de los relojes? ¿Arreglarlos, coleccionarlos?

Verlos, conocer del tema, estudiarlos, conocer las distintas marcas, las características. 

También me gusta la historia del vino, sus formas, variedades. 



Me interesa el psicoanálisis también: la interpretación, la mirada, la cuestión del inconsciente, como eso se manifiesta de una manera u otra a través de los sueños, las reacciones, cómo se puede interpretar, escucharse a uno mismo o al otro y ayudar al otro para que se escuche a sí mismo. Admiro los trabajos de Freud y de Lacan. También me gusta Foucault, la filosofía mezclada con el psicoanálisis. A eso le dedico tiempo a leer, como autodidacta, con una mirada médica y como pediatra en estos temas, tiene que ver con interpretar al ser humano. Comparto este interés con mi hija más chica, Albertina, compartimos autores, preguntas sobre la psicología: la muerte, el duelo, el tiempo, cosas que nos hacen pensar. En la vorágine del día a día, uno no se para a pensar en esto, y está constantemente.



Después, no he viajado a ningún lado, un poco relacionado con mi viejo, que nunca viajaba, eso me marcó. He ido alguna que otra vez a la costa, a San Luis, pero nunca he salido del país, nunca he andado en avión. Con la intendencia he recorrido la provincia de Buenos Aires, en campañas, conozco casi todas las ciudades de la Provincia, pero después no, no conozco ni Córdoba, Santa Fe.



- ¿Te gustaría conocer otros lugares o no tenés un interés particular en eso?

Por el momento estoy abocado al trabajo. Si tengo que viajar por trabajo, lo haría, pero todo está marcado por lo que viví los primeros años de mi vida, relacionados con mi viejo: de no irse nunca de vacaciones, estar siempre trabajando, pasa un poco por ahí.



- ¿Tu mujer y tus hijas tienen el mismo ritmo de vida? ¿O les gusta recorrer otros lugares?

Les gusta viajar, se han ido de vacaciones solas porque no me van a estar esperando a mí (risas).

Desde Chacabuco, Víctor Aiola:


- ¿Tenés una comida preferida?

Prácticamente como de todo, pero si tengo que elegir algo, es el asado, que ahora no se puede comprar (risas). Puedo comer asado todos los días de mi vida, que no me canso. Cuando como asado prácticamente no como ensalada, ni le pongo absolutamente nada, como el chimichurri que le saca el gusto a la carne. Soy bastante clásico en eso, pero achuras y ese tipo de cosas me gustan, pero fundamentalmente asado, vacío, y de vaca. El pollo no me gusta, ni el cerdo, ni el cordero ni el lechón. 


-¿A vos te gusta hacer asado?

Sí, me gusta. 



-¿Se suelen reunir en familia?

Sí, ahora con el tema de la pandemia no tanto, pero sí nos reunimos. Lo mismo con mis amigos de la política, con quienes termino hablando de trabajo, también me reúno.

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