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Jueves, 26 diciembre 2024
Argentina
5 de julio de 2022
NOTA DE TAPA

Qué siente y qué le pasa al Presidente en su peor momento

La pelea con Cristina, la intempestiva salida de Martín Guzmán, la llegada contra reloj de Silvina Batakis y hasta críticas desde el entorno próximo desnudan las falencias del jefe de Estado. Un hombre obcecado que busca que lo quieran y dice que el kirchnerismo no lo comprende

Qué siente y qué le pasa al Presidente en su peor momento
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En cada embate de Cristina, Alberto Fernández pierde un alfil y es un rey cada vez más amenazado por la reina. En una paradoja, que muy bien describe en estas páginas el analista Pablo Romá, la permanencia del Presidente en el sillón de Rivadavia depende cada vez más de que la vicepresidenta quiera sostenerlo allí. La turbulencia del fin de semana desnudó de manera brutal la debilidad política del jefe de Estado y dejó muy descubiertas sus dificultades para tomar decisiones y su falta de reacción. Aun así, Alberto pudo evitar la claudicación que hubiese significado la intervención absoluta del gabinete.

La falta de reacción del Presidente y los problemas de percepción que viene mostrando en el último tiempo se vieron reflejados el sábado. Martín Guzmán le avisó que se iría del Ministerio de Econo-mía. Alberto no lo tomó demasiado en serio y pensó que era un preaviso sin consecuencias, como el de esos empleados calificados que presionan al jefe con la amenaza de irse si no les aumentan  el sueldo. Pero Guzmán hablaba tan en serio que renunció mientras Cristina Fernández vituperaba contra el Gobierno y Alberto Fernández se distraía en la casa del empresario Fabián De Sousa.
 
El ministro saliente le envió la carta de renuncia por WhatsApp, y ni aun así el mandatario hizo gala de una reacción inmediata. Prefirió terminar con el compromiso social antes de volver a Olivos.

Los problemas de conducción por parte del jefe de Estado quedaron expuestos  en las horas posteriores de un sábado cargado de incertidumbre y de un domingo inundado de versiones. Las dificultades para decidir con premura y seguridad se vieron reflejadas en una jornada donde las huestes presidenciales dejaron que circularan cientos de especulaciones, a las que, en parte, se puso fin con la designación de Silvina Batakis al frente de la cartera económica. Antes se produjo lo que el mandatario quería evitar y no pudo: hablar con Cristina por teléfono durante un largo rato. 

El obcecado Alberto y la orgullosa expresidenta necesitaron de la mediación de Estela de Carlotto para que renunciaran a su infantil capricho, dejaran de lado el infantilismo discursivo y, en un rapto de madurez, pusieran fin a este capítulo del culebrón oficialista. Más allá de los inconvenientes de conducción que muestra el Presidente y la obstinación de su vice en mostrarse como la jefa única del espacio, cientos de dirigentes del Frente de Todos, desde miembros del gabinete hasta intendentes, pasando por gobernadores y legisladores nacionales, deberían replantearse seriamente por qué ninguno de ellos logró lo que consiguió la Abuela de Plaza de Mayo. 

En el epílogo del domingo, Batakis quedó confirmada como ministra de Economía. Cristina avaló su nombre de entrada porque la convence más la heterodoxia de alguien con quien congenia que la ortodoxia de Guzmán. Alberto quizá hubiera preferido otro perfil, más acorde a la continuidad del rumbo trazado por el renunciante, pero al menos pudo decir que no es un nombre que le impusieron y hasta dejó trascender que fue Miguel Pesce (el también cuestionado presidente del Banco Central) quien le acercó la solución de “la Griega”. Lo que no podrá borrar es  la sensación cada vez más marcada de debilidad y de falta de un rumbo claro que llevan a preguntarse ¿qué le pasa al Presidente?.

“Alberto no está a la altura de las circunstancias, no para de pifiar”. La frase no la dice alguien de Juntos por el Cam-bio, ni un libertario, ni un trotskista, tampoco un kirchnerista duro; la dice un peronista bonaerense que hasta ayer nomás bogaba por un proyecto con Alberto Fernández Presidente por ocho años. Hasta el círculo íntimo muestra desazón y deja escapar críticas sobre el mandatario, centradas particularmente en su tibieza para tomar decisiones y en cierto egocentrismo que algunos atribuyen a “cosas de hijo único”. 

“No se entiende lo que quiso hacer con la visita a Milagro Sala, hace gestos para el kirchnerismo que lo llevan a perder capital político con quienes esperan otra cosa”, dijo el mismo dirigente con arraigo en el Conurbano. “Todos vemos lo mismo: la situación en los distritos está muy complicada y los ministros nacionales que conducen territorio (por Juan Zabaleta, Gabriel Katopodis y Jorge Ferraresi) tienen la misma preocupación que nosotros. Los que no tienen base territorial no alcanzan a dimensionar eso, y el Presidente, tampoco”, sostuvo un legislador de diálogo fluido con uno de esos ministros. 

Los defensores del jefe de Estado se enojan cuando alguien osa compararlo con Fernando de la Rúa, resaltan que por más bronca que tenga evita tomar resoluciones en caliente y elogian que “Alberto nunca fue el títere que Cristina pretendió que fuera”. Ante la consulta de La Tecla en un despacho con ADN ciento por ciento albertista dijeron: “Esto está menos feo de lo que dicen los medios, pero no dejamos de reconocer las dificultades, y que el gran problema es la inflación”.

No suele actuar en caliente, pero tampoco acciona con firmeza en frío porque le cuesta tomar decisiones. “No se trata de echar a los funcionarios de La Cámpora, pero sí de direccionar hacia dónde van las políticas. Debe decidir qué PAMI quiere, qué ANSES quiere, y si no se hace lo que él determina, sí cambiarlos”, ejemplificó un funcionario para quien ya es imposible expulsar a los cristinistas del Gobierno.

En cuanto a la disputa con la vi-ce, el Presidente está convencido de que en la pelea se embarran todos, y en ese fango, si su candidatura a la re-elección se hunde, también se hunde la de otros pretendientes. Más aún, cree que últimamente Cristina se hace más daño a ella misma que a él. Y está convencido de que, pese a disputas y amenazas como las que de vez en cuando practica Sergio Massa, nadie quiere romper el FdT. 

Son quienes lo conocen bien los que lo etiquetan de humanista culposo, obcecado y un tipo que, en vez de enfocarse, “tiene un gran angular que le impide focalizarse en lo importante”. Tiemblan en el entorno cada vez que charla con periodistas. Suele soltarse en las giras, abierto a to-das las preguntas, sin hacer centro en lo que le conviene comunicar. Jerarquizar y privilegiar los mensajes, evitar los desbarranques en las redes y contestarles todo a todos es una lucha que los asesores de prensa encararon desde el primer día, y que, evidentemente, han perdido por goleada.

En las giras la pasa mucho mejor que cuando está en el país, y eso también ayuda a que pierda perspectiva de lo que sucede fronteras adentro. Se siente más valorado en el exterior que en su casa. “Habla con (Emmanuel) Macron, vuelve a Buenos Aires y (Sergio) Berni le tira piedras; entonces se siente un incomprendido”, sostuvo un vocero. 

El amiguismo con el que Alberto con-cibe también las relaciones políticas suele darle disgustos a menudo. Sinceramente creyó que Cristina lo elegía por capacidad, y que en esa elección ella iba a ser un sostén permanente. Muy pronto se dio cuenta de que no sería así y asistió con impavidez a un agravamiento. “No me comprenden”, “Nunca me apoyaron”, son algunos de los lamentos que el mandatario masculla. “Nunca hablaron bien de alguna medida. Por ejemplo, nunca le ponderaron el IFE, y cuando lo sacó hi-cieron escándalo porque querían que siguiera”, reafirmó un funcionario con oficina cerca de la Rosada en alusión a la distancia permanente del kirchnerismo.

Alberto llegó a la conclusión de que no lo ayudaron en ningún momento y si hicieron algo fue en contra. El primer mo-jón de estos desencuentros se remonta a mucho antes de la derrota electoral de 2021 y a la frase de que en 2023, desde el candidato presidencial hasta el último concejal del FdT deben dirimirse en las PASO, que Cristina tomó como un desafío a su conducción. Ese primer mojón de la discordia fue el pliego de Daniel Rafecas como Procurador General de la Nación, que el Presidente presentó en marzo de 2020 y el kirchnerismo se ha negado sistemáticamente a tratar. La vicepresi-denta no tiene un veto absoluto sobre la figura de Rafecas. En rigor, veta la decisión exclusiva del primer mandatario. Cristina también quería sentirse parte de la elección del Procurador, y que quien llegue al cargo sepa que ella tuvo que ver. La consecuencia de esta pelea es que al frente de la Procuración sigue Eduardo Casal, quien llegó a la silla con el macrismo.

Alberto también siente que solo a él se lo interpela y cuestiona. Debió dar explicaciones, pedir disculpas y enfrentar a la Justicia por el cumpleaños de su compa-ñera Fabiola en momentos de aislamiento absoluto, pero Luana Volnovich no fue empujada por nadie del oficialismo a disculparse luego de ser fotografiada en playas paradisíacas también en épocas de pandemia. Además la responsable del PAMI hizo caso omiso a un pedido puntual del Presidente, y bajo la protección de La Cámpora se resguardó de una contraofensiva desde Olivos.

Estas circunstancias también debilitan a un jefe de Estado que demuestra inacción o procrastinación cuando debe tomar decisiones.


MIGUEL MALDONADO
“No tiene una percepción adecuada, no le interesa mostrar preocupación”

En diálogo con La Tecla, el psiquiatra Miguel Maldonado analizó la personalidad del presidente de la Nación, Alberto Fernández, a partir del actual contexto social, económico y político que atraviesa. “Alberto tiene características de personalidad muy especiales. Es un individuo sin emociones, por lo menos visibles para el exterior. Uno lo escucha hablar y parece ‘Alicia en el País de las Maravillas’, y en realidad eso demuestra que no tiene una percepción adecuada, o realmente no le interesa mostrar preocupación. Entonces, para él todo está bien y, en realidad, nosotros sabemos que todo no está bien, hay muchas cosas que están mal”, señaló el perito. 

En esta línea consideró que “si tuviera que decir en qué está fallando, le está fallando la autocrítica. Es decir, hacer un examen minucioso de lo que hace, lo que dice, lo que percibe y después transmitirlo en un informe que va a tener su costado rosa, pero también su costado gris, gris oscuro”.

Agregó: “Hay turbulencias, problemas, que habría que visibilizarlos, expresarlos y explicar cuáles son las soluciones que van a aplicar. Nada de eso se hace. En un momento donde las cosas políticamente es-tán complicadas, agarra el avión y va a ver a Milagro Sala. Está muy bien la solidaridad en los momentos de sufrimiento de un amigo, pero no es para subirse a un avión e irse todo un día con una nutrida comitiva. Es como que está un poco alejado de la realidad que está pasando en el mundo y, particularmente, en la Argentina”.

Para Maldonado, el jefe de Estado no tiene una percepción adecuada de la realidad para el cargo que está desempeñando. “Por el perfil que él tiene, si estuviera en una oficina podría ser efectivo, pero para en-frentar la compleja situación mundial le faltan uñas de guitarrero. No se observa preocupación. Hay que tener percepción de las buenas cosas y conocimiento de las cosas que no están bien, si no, no se puede gobernar adecuadamente”.



CRECIMIENTO MACROECONOMICO
Una mirada hacia delante que sostiene el optimismo cerca del jefe

“Pese al mal momento, lo que todos es-tán viendo es que vamos hacia una salida y el que venga tendrá un valle fértil por delante”, le dijo a La Tecla un funcionario cercano a Alberto Fernández. En la Rosada están convencidos de que el trasfondo de toda la interna está vinculado a que “se viene un proceso de crecimiento que el próximo Pre-sidente puede aprovechar muy bien. Alberto también lo cree, por eso no quiere ni pensar en la posibilidad de que lo saquen de la cancha en la elección de 2023”. 

Una de las contradicciones del momento es que algunos índices positivos de la macroeconomía, que los hay, no logran revertir la tendencia inflacionaria, no consiguen calmar la voracidad del mercado y mucho menos alcanzan para cambiar la tendencia pesimista de la sociedad.

En el Gobierno remarcan que el país, por primera vez en años, tendrá un crecimiento sostenido de más de tres temporadas consecutivas, un récord que durante la renovada democracia solo alcanzaron Carlos Menem y Néstor Kirchner. Las exportaciones se expandieron en 2021 a 79.000 millones de dólares, en 2022 estarían entre 85.000 y 90.000 millones y superarían la barrera de los 100.000 millones en 2023. En el Go-bierno apuestan a lo que se pueda exportar con Vaca Muerta, el gasoducto Néstor Kirchner, el hidrógeno verde y el litio. 

Un problema es que ese crecimiento no derrama como debiera, y por allí también pasa la pelea del kirchnerismo contra la política económica. Pero en el Gobierno aseguran que los resultados se empezarán a ver en breve y, en consecuencia, el FdT llegará con otro posicionamiento a las elecciones. El optimismo que rodea a  ciertos hombres del Presidente se trasunta en la percepción que tienen de que “en el fondo hay una pelea por la torta, que en el futuro será más dulce”.



PABLO ROMA
“La última carta de Alberto es Cristina, ella es su sostén político”

El sociólogo Pablo Romá, director de la consultora Circuitos, analizó con La Tecla el presente de Alberto Fernández, en medio de la puja política que protagoniza con su vice, Cristina Kirchner. “Alberto está tratando de sobrevivir a la crisis interna del Frente de Todos.

De alguna manera,  lo que se pedía que haga, le ha costado, sobre todo desde el sector del kirchnerismo, y hoy ha tomado un perfil más bajo, más abocado a la gestión y a ciertas gestualidades. La necesidad de pedirle la renuncia a Kulfas, lo que marcó fue un sinceramiento de la correlación de fuerzas internas”, señaló Romá. En este escenario, para el consultor el albertismo ya no tiene el peso suficiente, lo que obliga al Presidente a asumir un rol más secundario.

“Hoy Cristina Kirchner es el principal sostén de Alberto. No es el Evita, es ella. En ese sentido, el sinceramiento viene por ahí. Alberto no se va a pelear con Cristina, eso ya pasó. Cristina viene acumulando, intentando generar un espacio propio, y a Alberto le cuesta ubicarse. Por eso hoy tiene un rol secundario, más abocado a la gestión”, añadió.

Por eso, para Romá, el viaje a Jujuy para visitar a Milagro Sala fue una gestualidad hacia el kirchnerismo. “Alberto no puede quedarse afuera de lo que viene, que es un armado con Cristina Kirchner más a  la cabeza. Al mostrarse más cercano a Cristina, como Presidente, es un recurso de fortaleza. Hoy no tiene dónde apoyarse en otro lado”, expresó.

En este sentido, para el sociólogo no hay proyecto de reelección para Alberto Fernández. “Cristina está en mejores condiciones de encabezar la fórmula. Todo lo que se hablaba del albertismo se enfrió. En términos electorales no está claro cómo se va a ordenar, pero sí políticamente está hoy mejor posicionada. El sector que quería liquidar al kirchnerismo, hoy no tiene la misma fuerza que tenía hace dos meses. Todo el sector más cercano a Alberto jugó muy solo y sus aliados fueron muy pocos. La última carta de Alberto es Cristina Kirchner”, cerró.



GESTO Y REBOTE
El humanista preocupado y las acciones concretas sobre el caso Sala

Alberto Fernández suspendió su agenda, se tomó un avión a Jujuy y visitó a la detenida Milagro Sala. ¿Una señal al kirchnerismo?, ¿Una maniobra distractiva tras un día agitado en los mercados que llevaron al dólar a casi 240 pesos?. “Nada de eso, él está auténticamente preocupado por ella”, respondió un hombre que no está en el Gobierno pero conoce muy bien al Presidente. 

“Está convencido de que la causa contra Milagro es política y consideró necesario ese gesto”, reafirmó un funcionario.

Algunos K lo felicitaron, otros doblegaron las críticas al decir que debiera hacer algo más que una visita para que la dirigente social sea liberada. Dirigentes que esperaban más firmeza para enfrentar al kirchnerismo adujeron que “es una visita que le hace perder capital político, con gestos hacia un sector que ya le picó el boleto”.

En la Rosada machacan sobre la idea que Alberto “lo hace por su perfil humanista”. Y repiten una verdad que interpela al  oficialismo: “Por Milagro Sala nadie hace nada concreto, ni Cristina, ni La Cámpora, ni otro”. Afirmación sustentada en que nadie ha avanzado, por caso en el Con-greso, en la búsqueda de una amnistía. Tampoco lo han hecho los albertistas. 



LE GUSTA HABLAR
Un hombre enamorado de su voz que evita el ataque frontal 

Hasta en las cercanías al Presidente evalúan que habla demasiado y eso lo lleva a cometer errores no forzados, notorios en los últimos tiempos. “Está enamorado de su voz y se desgasta permanentemente”, dijo un funcionario que desde el primer día insiste en el riesgo que significa responder todo y desoír recomendaciones sobre qué y cuándo decir.

Con Cristina Fernández sucede algo particular. No quería hablar con ella (hasta que no le quedó otra salida el domingo para cerrar la crisis por la renuncia de Guzmán), pero puertas adentro se la pasa hablando de ella. Y en un juego que roza el infantilismo por parte de los dos, se acusan mu-tuamente de victimizarse. Con una diferencia: la vicepresidenta es más directa y frontal, en cambio el Presidente la nombra públicamente para elogiar su Gobierno o para decir “no me voy a pelear con Cris-tina”, una promesa difícil de sostener.

Es raro que Alberto responda y ataque de manera directa, lo hace de forma más cifrada. Como hizo en el acto de la CGT. “El poder no pasa por quien tiene la lapicera, el poder pasa por quien tiene la capacidad de convencer”, dijo. También señaló que “Perón se dio cuenta de que había que terminar las divisiones que aniquilaban a la Argentina”, y pidió: “Bajen las armas y siéntense a dialogar”. Elogios al general con una clara destinataria.



DETRAS DE UNA SILLA DEL PJ
Cuña de los K para astillar relaciones entre ministros con territorio

Los ministros nacionales con base en el territorio bonaerense, como Juan Zabaleta, Gabriel Katopodis y Jorge Ferraresi, fueron en su momento abanderados de un incipiente albertismo con base en la provincia de Buenos Aires. Pero el proyecto nonato quededó prácticamente abortado con las sucesivas crisis políticas internas.

Como publicó La Tecla en su edición de la semana pasada, los tres se han reunido últimamente con la vicepresidenta, en el restablecimiento de un diálogo que Cristina parece concederles a todos menos a uno, el propio Presidente. Sin embrago, entre los ministros nacionales hay algunos más preferidos que otros en el mundo camporista y cristinista de paladar negro. 

Con una pelea territorial por la intendencia de Hurlingham, a Zabaleta lo siguen mirando con recelo y cerca de la vicepresidenta aseguran que se ha acercado a la jefa pero es menos orgánico que, al  parecer, Katopodis.
 
En ese sentido, Máximo Kirchner hizo una jugada que para muchos pasó inadvertida pero que en Nación la ven como una cuña para astillar la relación entre los intendentes con uso de licencia de dos distritos importantes de la Primera sección. Zabaleta llegó a la reunión del PJ bonaerense en la que se eligieron las autoridades de la mesa que acompañará la presidencia de Máximo, con la casi certeza de que sería elegido secretario general del partido.

Pero con el apoyo de La Cámpora, esa silla en la estructura del PJ bonaerense fue ocupada por Katopodis, uno de los más enérgicos a la hora de reclamar la unidad del Frente de Todos el 14 de junio en el plenario del partido. Incluso en la Casa Rosada hay quienes señalan que el hombre de San Martín la jugó medio de costado, avaló la movida camporista y dejó a su amigo de Hurlingham en la incó-moda situación de enterarse sobre los hechos lo que ya estaba hablado de antes y nadie le avisó. 




 

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