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Jueves, 26 diciembre 2024
Argentina
6 de junio de 2023
DETRáS DE ESCENA

Ocho minutos desopilantes en los que se pudrió todo y ni siquiera se habló de Schiaretti

La reunión de la mesa nacional de Juntos por el Cambio sigue dejando tela para cortar. Cómo fue el encuentro que pone a la coalición opositora al borde de la explosión. La demostración de carácter de Gerardo Morales que desplumó a los halcones y el tema de fondo que no se trató.

Ocho minutos desopilantes en los que se pudrió todo y ni siquiera se habló de Schiaretti
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“Desopilante”. Así calificó uno de los testigos presenciales la reunión de ayer al mediodía de la mesa nacional de Juntos por el Cambio que duró un suspiro, pero hizo saltar el tensiómetro interno de la coalición opositora que en vez de encontrar caminos de confluencia profundiza cada vez más las disidencias internas.

Las voces cantantes en el encuentro fueron Federico Angelini por el Pro, Gerardo Morales por la UCR, Maximiliano Ferraro por la Coalición Cívica, y Miguel Pichetto por Encuentro Republicano Federal. La convocatoria era para tratar la incorporación de nuevos aliados a la alianza, en un contexto de mucho nerviosismo por la intención de Horacio Rodríguez Larreta y Morales de sumar a Juan Schiaretti. Y fue el líder radical quien asumió un rol protagónico, haciendo gala de un carácter firme que dejó a un par de halcones casi sin plumas.

Antes de entrar a la reunión, el gobernador de Jujuy se cruzó en una fuerte discusión con un par de señoras que, pancartas en mano, lo trataban de traidor por querer sumar a los peronistas anti K a la coalición. Ya venía con esa carga emocional cuando, tras cruzar el umbral de ingreso se topó con Ricardo López Murphy. 

“¿Vos qué hacés acá?”, preguntó el jujeño al economista. “Me dijo Patricia que viniera”, respondió López Murphy. “No tenés nada que hacer acá”, retrucó Morales, que se apalancó en que la convocatoria era para los partidos nacionales que forman la coalición y no para los espacios que están en la alianza por acuerdos distritales. En el radicalismo y en el larretismo aseveran que Republicanos Unidos no es parte fundacional de Juntos por el Cambio y que sola forma parte de un acuerdo en la Ciudad de Buenos Aires.

“A mí me mandó Patricia”, insistió López Murphy. “Tomátelas de acá”, le indicó Morales. El economista no llegó a sentarse en la mesa. La misma suerte corrió Luis Juez. Espantado por la posibilidad de verse en el mismo espacio que su archirrival en la provincia mediterránea, el candidato a gobernador de Juntos por el Cambio, presuntamente también empujado por Bullrich, llegó a la Capital más rápido que el Correcaminos y pretendía participar del encuentro. Morales también se lo impidió. El aire se cortaba con tijeras y demás está decir que el tono de las voces hubiese hecho imposible la siesta a cualquier vecino. Tampoco cambió mucho cuando comenzó la reunión.

El primer punto a tratar fue la incorporación de José Luis Espert. Y ahí fue Angelini el que pateó el tablero al afirmar que el Pro no estaba de acuerdo en que el libertario integrara el espacio. “¿Cómo que no? Si ya habíamos consensuado que Espert iba a ser parte de Juntos por el Cambio”, se soprendió Morales. “El Pro no quiere”, afirman que dijo Angelini. “¿El Pro, o un sector del Pro?”, habría preguntado el presidente del radicalismo. Acto seguido, Morales le exigió al titular del partido amarillo (que reemplaza en el cargo a Patricia Bullrich) que mostrara el acta en la cual las autoridades del Pro desestimaban la incorporación de Espert.

Como se sabe, el reglamento de Juntos por el Cambio exige unanimidad de los socios para que pueda sumarse una fuerza política nueva. Angelini dijo no poseer en ese momento tal acta, entonces Morales dio por concluida la reunión, recomendándole al representante amarillo que volviera el próximo lunes con el acta firmada y recordándole que ya había un acuerdo previo para permitir la llegada del economista liberal.

Sólo ocho minutos duró la reunión, y no se llegó a hablar una palabra del tema que por esas horas inundaba las pantallas de televisión y llevaba al rojo el reloj de la presión de una alianza que no puede romperse pero parece hacer todo lo posible por estallar en mil pedazos. 
 

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