Sergio Massa, desde el tercer lugar de las PASO encaró una de las más precisas y quirúrgicas campañas políticas para lograr lo que parecía imposible hace sólo dos meses: quedar primero en las elecciones generales y muy bien posicionado para el balotaje contra Javier Milei, el libertario que se cegó con su triunfo en las primarias, se creía invencible y ahora ve cómo esa victoria festejada antes de tiempo se le escurre como agua entre los dedos
Compartir
Sergio Massa, desde el tercer lugar de las PASO encaró una de las más precisas y quirúrgicas campañas políticas para lograr lo que parecía imposible hace sólo dos meses: quedar primero en las elecciones generales y muy bien posicionado para el balotaje contra Javier Milei, el libertario que se cegó con su triunfo en las primarias, se creía invencible y ahora ve cómo esa victoria festejada antes de tiempo se le escurre como agua entre los dedos. Electoralmente hablando, Massa hizo todo bien, aun en medio de una escalada inflacionaria y un jugueteo del mercado con el dólar que puso al ministro candidato frente a diversas encrucijadas. Está claro que si es ratificado como el próximo Presidente de los argentinos, el actual conductor económico deberá desactivar varios explosivos financieros y de caja que él mismo armó con tal de llegar a ese objetivo que lo obsesiona desde muy joven. Pero eso será materia para después.
Ahora, el candidato del oficialismo busca convencer a quienes no lo votaron y así alcanzar el 50 por ciento en el mano a mano con el libertario que lo deposite en la Casa Rosada. Su promesa de gobierno de unidad nacional, su sentencia de que la grieta es pasado y su incansable predisposición a la rosca hacen prever que puede logarlo con una facilidad que es difícil encontrar en su contrincante. Porque si Massa hizo todo bien, Milei hizo prácticamente todo mal.
La campaña del miedo que se le atribuye al flamante ganador estuvo más que fudamentada en las barbaridades que se dijeron e hicieron desde La Libertad Avanza. Es más, no era casi necesario hacer campaña del miedo cuando el temor lo inocularon los propios libertarios con propuestas casi de ciencia ficción, como romper relaciones con el Vaticano o negar paternidades, entre otros desaguisados de diván.
Massa y UP también cocinaron a fuego lento otra jugada de exquisito manual político. Ni siquiera Milei advirtió que él era un caballo de Troya que el oficialismo ayudó a cincelar para derribar a Juntos por el Cambio. Si bien casi se les va de las manos en las PASO, la estrategia -asumida por uno de los hombres más cercanos al ministro- fue brillante. También contó con la ¿involuntaria y torpe? colaboración de Mauricio Macri. JxC vio el peligro Milei demasiado tarde, nunca tuvo reacción y terminó de la peor manera después de una interna que se cargó la construcción política de varios años. Ahora se dividen entre los que quieren ayudar a Milei y los que no. Mientras, Massa saborea una victoria que muchos creían imposible, menos él.