Trama secreta: la negociación frustrada que llevará a la UCR bonaerense a las urnas
Luego de días de "rosca", oficialismo y oposición no llegaron a un acuerdo para integrar una lista de consenso. El tira y afloje, las exigencias y demandas y un final a contrarreloj que no pudo evitar la ruptura. Las elecciones serán el 6 de octubre.
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“Es una locura”, repiten como un mantra dirigentes de la UCR de todos los sectores que conviven en el seno del partido, tras conocerse la noticia de que el próximo 6 de octubre deberán concurrir a las urnas.
Ese día, buscando suceder al senador nacional Maximiliano Abad al frente del Comité Provincia (no puede reelegir al haber cumplido dos mandatos consecutivos) una lista llevará como candidato a presidente al exintendente de Trenque Lauquen, Miguel Fernández, representando al oficialista sector de “Adelante Buenos Aires”. Enfrente estará el diputado provincial Pablo Domenichini, referente de la alianza que sellaron Facundo Manes y Martín Lousteau, titular del Comité Nacional, denominada “Futuro Radical”.
La jornada del viernes, que marcó el cierre del plazo para la presentación de listas, fue un verdadero sube y baja informativo. Que hay elecciones, que llegaron a un acuerdo, que volvieron las diferencias y, finalmente, que todo se rompió y habrá confrontación electoral. La noche del “día D” fue frenética, con reuniones a varias bandas y un tira y afloje que, por momentos, pareció derivar en un acuerdo que evitase lo que ningún sector decía querer: ir a las urnas.
Según pudo reconstruir La Tecla.info, los negociadores de ambos sectores, instalados en la sede capitalina del Comité -algunos estuvieron conectados vía Zoom- tiraron sobre la mesa sus pretensiones, que incluían las apetencias de los varios sectores que confluyen en ambos paraguas.
Así, el abadismo debió contemplar las ambiciones de otros espacios como el que encabeza el exintendente de San Isidro, Gustavo Posse, e incluso a un sector activo como es el que responde al exvicegobernador bonaerense Daniel Salvador. En tal sentido, manesistas conviven junto a referentes de Evolución en el bando opositor.
Pasadas las 22 del viernes último, todo se encaminaba hacia el pacto. Los rostros así lo marcaban, reinando un clima de tranquilidad y hasta, en algunos casos, de satisfacción entre los encargados de la pulseada y una decena de dirigentes de ambas trincheras.
Sin embargo, y cuando el reloj se aproximaba inexorablemente a la medianoche, algo cambió. Desde el salón de “rosca”, ubicado en la planta baja de la sede radical, se observaban gestos adustos, voces que comenzaron a elevar su tono y un frenético ir y venir de dirigentes preanunciaba que algo no andaba bien.
El principio del fin
Pocos minutos antes de las 00.00 llegó la confirmación: no hubo acuerdo y habrá elecciones el 6 de octubre. Pero, ¿qué fue lo que pasó? ¿Qué terminó de romper el incipiente pacto por el que tantas horas se había trabajado?
La respuesta no está del todo clara, oscilando entre las ambiciones desmedidas de uno u otro sector hasta estrategias planificadas para “dejar en off side” a los rivales. Y, aún así, cuesta a los propios involucrados dar una definición sobre “el” motivo de la discordia.
Horas después de la ruptura, desde el oficialismo dejaron trascender una versión: el sector de Lousteau pidió incluir en la negociación el sillón que le correspondería al radicalismo en el directorio del Banco Provincia. Sin embargo, desde “Futuro Radical” negaron que haya existido un planteo semejante, una desmentida que también fue avalada por negociadores de “Adelante Buenos Aires”. Al respecto, reconocieron que “nunca hubo un planteo así de forma abierta. Si lo hubo por otros canales, no lo sabemos, pero en la negociación nunca estuvo ese tema”.
Los caminos, entonces, llevan inexorablemente a un tironeo por la representación de cada tribu en la anhelada (al menos en lo discursivo) lista de unidad. En definitiva, a cuántos nombres propios integraba cada uno a la nómina, en un tironeo por imponer el número.
Desde el eje Manes-Lousteau ya habían advertido que no aceptarían una representación inferior a la del oficialismo, seguros de que la presunta supremacía del oficialismo en un eventual comicio. “En la elección veremos, no compramos ese argumento de que tenemos que tener menos de la mitad de los cargos porque el oficialismo tiene más votos”, adelantaron, abonando la postura del 50 y 50.
Además de un reparto igualitario en los cargos, sumaron dos exigencias: que haya una declaración pública en la que el partido se manifieste claramente distanciado tanto de Javier Milei como del kirchnerismo y avanzar en la reunificación del bloque de Diputados, dejando en manos de los legisladores la elección del presidente, algo difícil de cumplir habida cuenta de que Diego Garciarena, presidente de la bancada "oficial", es un alfil de Abad. Para más datos, marplatense como el legislador nacional.
Frustración final
Voces oficialistas reconstruyeron lo que fue la última propuesta realizada para evitar la confrontación. Según refirieron, ofrecieron a sus rivales una distribución de 60% a 40% a favor de la actual conducción, es decir, 10 de los 24 vocales (se reparten por sistema D ´Hont, y sería lo que le tocaría si ganase por un voto), una de las cuatro sillas en la Mesa Directiva (son 4 y hasta señalaron que se propuso ampliarla a cinco, con dos lugares para los opositores: vicepresidente y vicepresidente primero) y compartir los delegados al Comité Nacional con dos por bando. Además, casi paridad en la conformación de la lista de convencionales.
Así, con “F.R” sosteniendo que un 60-40 sería aceptable, pero a su favor y no inclinado hacia A.B.A, la rosca se cerró. Pero quedaría un dolor de cabeza extra para las huestes de Abad y Fernández: a diferencia del eje que conforman manesistas y lousteauístas, no había confeccionado una lista propia, a la espera de que Domenichini, el intendente de Lincoln, Salvador Serenal y el histórico dirigente del Conurbano, Fernando Pérez, pongan los apellidos en la frustrada nómina consensuada.
Contrarreloj, el oficialismo rellenó las planillas (“metimos gente a último momento porque no estaba terminada, en eso confieso que nos dormimos”, confesó un referente abadista) y con la lengua afuera presentó la lista con la que disputará una indeseada interna boina blanca.