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Argentina
31 de marzo de 2010
POLíTICA Y SANGRE

Hermanos Scioli: Tan lejos, tan cerca

Tres meses después de la salida de José de la secretaría general, en la Gobernación se esfuerzan para marcar que el vínculo político se terminó. Pero Pepe sigue visitando dependencias de la Provincia. Cómo confluyen distintos proyectos con la cuestión familiar

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¿Se fue definitivamente y no tiene relación con el gobierno provincial? ¿Mantiene alguna conexión de gestión con el Ejecutivo, más allá del vínculo de sangre con el Gobernador? ¿Su estadía al lado de Francisco de Narváez es una decisión personal o una pata del sciolismo en el denarvaísmo? ¿Se juntan a comer los ravioles del
domingo?
¿Hay algo que los hizo distanciarse, además de la discrepancia por el alineamiento político de Daniel? ¿Dicen que están lejos pero están cerca, o se esfuerzan por mostrarse cerca cuando, en realidad, están lejos?

La ya lejana salida de José Pepe Scioli del gabinete de su hermano genera aún especulaciones e interrogantes incluso hacia dentro de la propia clase dirigencial. Sobre todo luego del alineamiento del ex secretario general con De Narváez, un virtual competidor del Gobernador en 2011.

Las respuestas a las preguntas frecuentes suelen ser disímiles desde uno u otro lado. Y aunque hay una coincidencia casi generalizada en sepultar cualquier pelea familiar, no faltan quienes advierten que “sólo ellos lo saben, pero la salida de Pepe no debe circunscribirse nada más que a diferencias por el posicionamiento político”.

A fines de febrero, el acuerdo de José con De Narváez era reconocido por los operadores del Colorado, pero negado en cercanías del Scioli más famoso, donde además sostenían: “Nunca se fue. Sigue vinculado a algunas áreas de gestión, con proyectos iniciados por él”.

Un mes más tarde, las mismas voces hacen esfuerzos por desvincular a Pepe de cualquier actividad del gobierno provincial. Sus fotos al lado de De Narváez obligaron a cambiar, y también llevaron al mandatario a señalar en un encuentro con periodistas que “es mi hermano, ¿cómo no voy a hablar con él? Hablo con él como hablo con otros que se fueron del gobierno, pero ya no tiene que ver con la gestión”.

Ese mismo día el ex motonauta anunció el desembarco de Javier Mouriño a la se-cretaría general, en el fin del interinato encabezado por Mariano Cervellini, un
ex subsecretario de Pepe. Un rato después de la comunicación a la prensa, los hermanos se reunieron y charlaron por espacio de una hora.

Una semana más tarde, y cuando se habían multiplicado las voces negando
la vinculación del ex secretario general con temas a los cuales les dio importancia durante su estadía como funcionario, José Scioli recorrió junto a Mouriño el estadio Ciudad de La Plata, “mostrándole el gran avance de la obra”.

Así lo confió el propio Pepe a La Tecla en una comunicación telefónica producida en ese instante. Al otro día, Daniel Scioli visitó el predio. Estaba Mouriño pero no Pepe.
El coordinador general de las obras en el Estadio es Javier Milano, quien fue se-cretario de José.

Uno por cada lado

Los hermanos, por separado, entierran todas las especulaciones acerca de un do-ble juego del Gobernador. “Es una decisión personal de él”, dice Daniel. “Lo de-cidí yo, y mi hermano no tiene nada que ver con esto; estoy con De Narváez pura y exclusivamente por una decisión política mía”, asegura José.

Los antecedentes parecen darles la razón. El vínculo tuvo su primera grieta antes de las elecciones de 2009, cuando el hermano del medio le recomendaba al mayor no seguir a Néstor Kirchner en “la locura de las testimoniales”. La presentación como candidato y la derrota después parecieron darle la razón a Pepe, quien disfrutó sólo un par de meses el acierto en el vaticinio. Sin embargo, el alineamiento no cambió, por el contrario, se hizo más profundo, y José dio por perdida la batalla interna. Esperaron hasta encontrar el momento adecuado, donde el impacto fuera el menor posible. Así, en diciembre se firmó el divorcio.
Paradojas de la política: José se iba por estar en un desacuerdo visceral con Kirchner, cuando fue él quien más aportó a la reconciliación del pingüino con su hermano tras la tormenta que los puso al borde de la ruptura definitiva, en 2003.

En esa época, durante toda la estadía de Daniel en el Senado nacional, y en los dos primeros años en el gabinete bonaerense, José cultivó un extremado bajo perfil. Lo cambió precisamente en 2009, cuando las testimoniales aparecían como una aventura posible pero poco creíble.

Voces cercanas a Daniel cuentan que “Pepe en un momento se volvió ingobernable”. En cambio, algunos amigos del Scioli del medio insisten en la teoría del alineamiento político.

Un ex colaborador de José, sin embargo, deja una frase inquietante: “Solamente ellos lo saben, pero detrás del alejamiento hay una cuestión de fondo, más allá del posicionamiento político o del avance dentro del gabinete de otro funcionario. El distanciamiento por el alineamiento de Daniel es algo con lo que se insiste para afuera. De hecho, hasta hace un mes Pepe manejó la secretaría desde afuera”.

“Intentan cuidar las formas y las siguen cuidando, pero más allá del diálogo formal, las cosas no están bien”, sostiene el mismo allegado.

Ellos, sin embargo, insisten en que sólo los separa el posicionamiento político. “No busquen problemas donde no los hay”, insistió José en su diálogo con este medio. “Claro que hablo con él, es mi hermano”, había asegurado, con cierta contrariedad, Daniel.

Pese a todo, cuesta encontrar precisiones entre los mismos protagonistas, los allegados y los familiares, acerca de cómo se desarrollan esas relaciones de familia. “¿Por qué no?”, fue la pregunta a la cual recurrió Pepe para contestar si se seguían juntando a comer los domingos, como buena familia italiana. Pero ahorró en detalles.

La situación no es cómoda para ninguno de los dos. El vínculo de sangre colisiona con el pensamiento político. José se sienta, en las reuniones del staff de De Narváez, en la primera silla del lateral derecho de la mesa. Daniel está, entre los gobernadores, en la línea de avanzada de la defensa del gobierno de Cristina Fer-nández y de la conducción política de Néstor Kirchner.

De Narváez puede ser rival directo de Scioli tanto en una contienda nacional como provincial. El Gobernador mira la reelección y relojea las encuestas que lo posicionan como presidenciable por el kirchnerismo. El diputado siempre apuntó a la Provincia, pero el triunfo en 2009 lo envalentonó para soñar con el sillón de Rivadavia. Entre los cruces posibles es muy probable una confrontación. Para no complicar todavía más las cosas, José se autoproclama armador en Capital Federal.

En ese marco, reunirse, aunque sea por mera cuestión social, puede generar problemas, sobre todo para el Gobernador. Encima suyo siempre estará el ojo desconfiado de un Kirchner incapaz de dar el ciento por ciento de confianza por más muestras de incondicionalidad que se ofrezcan.

El futuro cercano puede ser testigo de una lucha en trincheras diferentes entre los Scioli.
Para colmo, José no es el único ex funcionario provincial cercano al diputado nacional. De hecho, hay quienes, un poco en broma y un poco en serio, dicen que “el denarvaísmo parece el patio de atrás del sciolismo”. También están los que advierten: “no sea cosa que De Narváez lo muestre ahora como trofeo y luego no le de nada. Ya lo ha hecho con otros”.

Pepe aparece desafiante en los actos del denarvaísmo, asegura aportar experiencia de gestión en un equipo donde eso falta y sueña con un vuelo propio. Pero le cuesta cortar el cordón umbilical que lo une a la administración de su hermano.

En calle 6 aseguran haber realizado la escisión en el momento preciso, aunque reconocen que el vínculo sanguíneo siempre estará presente, y que “los tanos son así: calentones, pero siempre ponen la familia ante todo”.

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