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Jueves, 26 diciembre 2024
Argentina
3 de febrero de 2014
RICARDO GIL LAVEDRA

"Al candidato de la UCR lo elegirá la gente"

En la previa del encuentro radical llevado a cabo en Bragado, donde fue elegido, junto a Juan Manuel Casella, como representante de la UCR en la mesa de diálogo del Frente Progresista Cívico y Social, el ex diputado Ricardo Gil Lavedra, recibió a La Tecla en la ciudad de Pinamar.

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Entre otras cosas, el dirigente manifestó que no le cabe ninguna duda de que "Cobos es radical" y que si bien destaca que en su momento se equivocó al tomar la decisión de sumarse al kirchnerismo, "luego ha retornado y lo ha hecho bien".

-En las últimas reuniones muchos radicales se mostraron esquivos con
la figura de Julio Cobos. Para usted, el diputado nacional ¿está en el radicalismo “puro” o “histórico”?
-A mí no me cabe duda de que Julio Cobos es radical y está consustanciado con nuestro partido. Creo que se equivocó con la apuesta transversal de Néstor Kirchner; le creyó, y provocó en ese momento un cisma fuerte en el radicalismo, pero luego ha retornado, y lo ha hecho bien. Es un dirigente que tiene mucha gente que cree y confía en él, y creo que tiene legítimas aspiraciones.

-¿Quiénes son hoy los candidatos
presidenciales del radicalismo?
-Hay varios, pero no sé a ciencia cierta quiénes son todos.

-¿Podría aparecer una figura que renueve un poco el mapa de figuras del universo radical?
-Será el que quiera la gente, porque, en definitiva, las candidaturas las decide el pueblo, a través de su voto. Puede ser Cobos, puede ser Sanz, puede ser otro; esto no tiene importancia, es anecdótico.

-Usted dice que a las candidaturas las decide la gente, pero se han visto muchos postulantes que han surgido de equipos de publicidad y gurúes.
-Sí, claro; con billetera, como sucedió con Francisco de Narváez. Pero de todas maneras, al final es la gente la que termina decidiendo. Francisco ha hecho una inversión enorme en las últimas elecciones, y obtuvo cero resultado.

-Sigue conectado con el armado del Frente Progresista.
-Sí, claro. Ahora, a mediados de febrero, se va a realizar una reunión de los bloques parlamentarios con las autoridades del partido, y a partir de esa instancia se van a desarrollar encuentros sucesivos con otras fuerzas afines tendientes a crear algún tipo de proyecto de convergencia en determinadas iniciativas.

-¿Cuáles son los bloques afines?
-Todos los sectores que están tratando de confluir en este espacio. Las fuerzas progresistas no peronistas, como Libres del Sur, el FAP, Proyecto Sur, CC y, por su-puesto, la UCR.

-Sin embargo, arrancaron con reuniones por separado.
-Hay un incentivo fuerte común en construir una coalición sustentable, y eso es lo que prevalece sobre las lógicas diferencias personales, los celos y las mezquindades que puedan aparecer. Hay un fuerte interés, no hay destino de lo contrario y, sinceramente, me parece que la reunión de Rosario (a fines de 2013, donde se juntó la plana mayor de la UCR y el socialismo pero faltaron Cobos, Solanas y Carrió) fue estrictamente institucional; quizás ahora haya reuniones más ampliadas, con algunos lideres que por ahí debieron haber estado, como Pino Solanas.

-Entonces, ¿por qué no estuvieron?
-No lo sé. No me parece un elemento tan decisivo, sobre todo cuando (Ernesto) Sanz dijo que a nadie le cabe duda de que Pino está incluido en este proyecto. Tanto Solanas como Carrió están dentro de ese gran espacio. De todas maneras, vamos a ver cómo se desenvuelven las cosas, porque a mí me da la sensación de que siempre terminamos en “otra vez sopa”.

-¿A qué se refiere?
-Creo que la Argentina tiene un déficit institucional enorrrrme (prolonga la “r”), y que la posibilidad de llegar a acuerdos de largo alcance entre las fuerzas políticas con iniciativas que trascienden el tiempo tiene que ir mucho más allá de decir “júntense, sean buenos, no se peleen”, o tener un mecanismo electoral como son las PASO, que permita solucionar diferencias. Me parece que en este momento, que nos estamos acercando a gran velocidad a esta crisis recurrente, tenemos que reflexionar si no hay en nuestro diseño institucional algunos desincentivos para llegar a acuerdos.

-¿Habla de la necesidad de hacer una reforma al sistema institucional?
-Yo no sé si la dinámica propia del proceso político argentino no crea estas divisiones que hoy se están viendo. Es decir, que no todo puede ser que la mezquindad propia de la política provoque siempre estas dificultades para poder confluir en un proyecto común. Creo que la Argentina tiene que definir el diseño institucional, las reglas del juego; en ese sentido, el sistema presidencial argentino es un elemento de muy mala calidad.

-¿De mala calidad?
-Sí, porque alienta confrontación, impide que las preferencias de la gente en cada turno electoral se transunten en la acción de gobierno, y todos estos tigres de papel, estos líderes que pasan del clamor al crac, de la euforia a la caída.

-¿Pero esto se debe a que el sistema está mal de base o ha ido deformándose?
-Por supuesto que nunca son cosas determinantes, depende mucho de cómo los propios actores lo ejecuten, pero creo que el sistema presidencialista es una de las razones sustanciales de los sucesivos fracasos de la política argentina.

-Imagina, por ejemplo, una reforma que imponga la figura de un primer ministro.
-Sí, puede ser, porque creo que estos presidentes, estos líderes de papel -porque concentran un poder inmenso y luego se caen como un barrilete-, tendrían que ser sostenidos por un sistema que permita acuerdos transparentes, a la luz del día. Que el que tenga mayoría parlamentaria gobierne, y que se llegue a esta mayoría a través de acuerdos, sobre bases claras, bases racionales.

-¿Pero la mayoría parlamentaria de la que habla no se asemejaría a
la famosa “escribanía” que ustedes denunciaban en el Parlamento?
-No, porque el que tiene mayoría parlamentaria debe gobernar sobre la base de un programa. Es decir: la mayoría en un Congreso nunca la consigue un solo partido, o es una probabilidad muy lejana; en la mayoría de los casos se trata de un acuerdo entre varios partidos, donde se establece una base de gestión, con diferentes programas. Y estos programas finalmente se tienen que ejecutar porque se ordenan a la luz del día, se hacen sobre la consigna de ideas, no hay liderazgos forzados. Y, por supuesto, si el electorado no quiere porque está disconforme con algo, o se cambia el programa, el ministro o el gobierno, pero finalmente resulta un sistema mucho más racional.

-¿Están discustiendo esto en el ámbito del Frente Progresista?
-No. Estoy diciendo mi opinión, porque, realmente, no creo que nuestro problema sea que no cumplimos la Constitución o que somos malos; creo que muchas normas actuales actúan como desincentivos para la propia dinámica política.

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