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Argentina
12 de septiembre de 2014
CAPITAL FEDERAL

High School musical, el estadio del Pro

El gobierno de la Ciudad negocia a través de una iniciativa privada, la construcción de un estadio. El proyecto también contempla la edificación de un hotel 5 estrellas. La manzana donde emplazarían la obra fue demolida. La oposición de los vecinos, el efecto en los centros de salud aledaños y los nexos entre el PRO, el dueño del terreno y la arquitecta

High School musical, el estadio del Pro
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El Barrio Balvanera parecería ser el lugar indicado del macrismo para instalar a través de un emprendimiento privado, un microestadio para 18.000 personas, con tres subsuelos, un hotel 5 estrellas y restaurantes. El ideólogo de la iniciativa es el empresario Aquiles Sojo, dueño de la empresa Ake Music.

El deseo de los vecinos es diametralmente opuesto. En su lugar, solicitan la construcción de un establecimiento educativo, un polideportivo, un centro cultural y espacios verdes.

La historia comenzó en 2011, cuando comenzaron a comprar las viviendas ubicadas entre las calles Moreno y Catamarca y las avenidas Belgrano y Jujuy, lugar donde desean emplazar el estadio. Posteriormente, con todas las propiedades adquiridas, iniciaron los trabajos de demolición, para finalmente arrancar con la construcción del coliseo tan ansiado que buscaba Macri.

Actualmente la edificación está paralizada debido a la oposición de los vecinos y a una suma importante de singularidades. Entre las anomalías más consistentes está la contaminación sonora que provocará, consecuencia de los recitales, la cimentación de una obra a menos de 60 metros del Hospital Español, la prohibición de este tipo de edificaciones en un lugar habilitado sólo para viviendas y un proyecto del que no existen rastros en la Legislatura porteña.

En diálogo con Desafío Económico, uno de los vecinos que reside en las intersecciones de Avenida Belgrano y Jujuy, Alberto Aguilera, sintetizó que “nos estamos oponiendo a la nada, porque en la Legislatura no hay un sólo documento sobre el proyecto para construir el estadio. Imagino que se lanzaron a armar todo y ver si algún vecino se quejaba”. Queda en evidencia que hubo un “acuerdo de palabra” entre Aquiles Sojo y Mauricio Macri.

Florencia Bottero, prensa del ministerio de Desarrollo Económico a cargo de Francisco Cabrera, señaló a Desafío que “el gobierno lo único que hace es analizar el impacto del proyecto, decirle que ajuste lo que tenga que ajustar para que sea viable y sea aplicable a la zona y punto, no es un proyecto del Estado como lo puede ser el Distrito Tecnológico” y añadió “tendrías que hablar con los empresarios de esta iniciativa privada, porque las preguntas son para ellos; nosotros sólo controlamos que el impacto ambiental no sea negativo y desde la secretaría de Inversiones se evalúa si se puede hacer por el Código de Planeamiento Urbano”.

En consonancia con la respuesta, este medio consultó acerca de la supuesta violación del Código de Planeamiento Urbano en la zona donde se edificaría el estadio, a lo que Bottero respondió: “Bueno, anotá mi email así me mandás estas cositas a mi casilla”.

Efectos colaterales

La instalación de un nuevo “arena” que albergue a los músicos más trascendentes a nivel nacional e internacional, podría ocasionar una serie de efectos negativos para la zona. Si la obra prosperara, al estar ubicado en Once, los vecinos aseguran que traería un movimiento importante de manteros con el objetivo de vender merchandising de acuerdo al artista contratado por el grupo inversor, como así también de “trapitos”, lo que provocaría inseguridad en el barrio.

“Todo ese impacto en una manzana nos genera muchos problemas, como de tránsito, seguridad y limpieza. La solución del gobierno es ponernos un estadio, lo cual nos parece una locura”, dijo a Desafío Alberto Aguilera.

El legislador del MST, Alejandro Bodart, puntualizó a este medio que “no se puede colmar de autos porque hay polos de salud y educativos y si a eso le sumás una congestión de autos, generás un caos impresionante”.

Otro efecto negativo será la pérdida de valor de las viviendas. “Para todos los vecinos instalarles un estadio frente a sus casas, desvaloriza totalmente las viviendas”, deslizó Bodart, y añadió que “la Ciudad es el festín de los privados. Los empresarios están de fiesta acá”.

¿Un negocio para amigos?

La manzana 66 de la CABA está comprendida por las calles Moreno, Catamarca, Belgrano y Jujuy. Según consta en el Registro de la Propiedad Inmueble, el terreno pertenece a Micrisol SA, una empresa conformada el 1 de marzo de 1988 por la familia Miguens.

La sociedad perteneció a los Miguens hasta el 17 de febrero de 2010, fecha en la cual el directorio mutó drásticamente. Hasta ese momento, Luciano Miguens -ex presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA)- se desempeñaba como uno de los directores titulares de Micrisol. Al ex directivo de la SRA lo une un vínculo muy fraternal con el PRO: es uno de los asesores teóricos del macrismo en la Fundación Pensar y a fines de abril de 2009 fue presentado como el flamante secretario de Agricultura y Ganadería del PRO.

En 2010, Micrisol SA quedó en manos del nuevo presidente Marcelo Gregorio Ernst, quien además posee un abanico amplio de compañías, entre ellas, Garmada SA y Sadama SA, ambas en sociedad con Darío Wasserman. Casualmente, la arquitecta que autorizó a demoler todo el terreno en el cual quieren construir el estadio es Susana Beatriz Bosoer de Wasserman, familiar directo de Darío. El nexo va más allá: Bosoer sería asesora de la Agencia de Protección Ambiental, una dependencia del PRO.

Hay más. En la demolición de los 20 inmuebles que ocupaban la manzana 66, había una porción que estaba categorizada como “patrimonio histórico”, lo cual la hacía inmodificable, aunque el pedido insistente de Micrisol hizo efecto y el Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales consideró el pedido. Luego de eso, Bosoer autorizó la demolición.

La arquitecta Bosoer fue la “conexión” entre Ernst (Micrisol) y el gobierno de Macri. ¿Por qué lo hizo?, posiblemente porque Darío Wasserman y Ernst tienen otras compañías en común.

Sobre este vínculo y la construcción de un estadio en el terreno que pertenece a Micrisol, Marcelo Ernst dijo a Desafío Económico que “no tenemos nada que ver. No puedo decirte nada al respecto porque no queremos abrir la boca”.

El empresario Sojo dice que sólo hay un anteproyecto; Ernst expresa que él no tiene nada que ver; desde las oficinas del Gobierno de la Ciudad señalan que es una iniciativa privada y que ellos sólo controlan el impacto que puede generar; sin embargo, la manzana fue demolida y el terreno quedó allanado a la espera de la construcción de una “academia musical del PRO”. En la Ciudad, primero están los negocios, después los vecinos y salud.

LEA LA NOTA COMPLETA EN LA EDICIÓN N° 75 DE DESAFÍO ECONÓMICO

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