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Argentina
18 de noviembre de 2014
CAMBIOS EN LA COMPOSICIóN

Codere, el negocio de los buitres

La familia española Martínez Sampedro, que negoció con el Gobierno, perdió el control de Codere. Casi todo su paquete accionario quedó en manos del poderoso fondo especulativo Blackstone Group. El tema no es menor: la firma tiene 14 salas en Buenos Aires con licencias hasta 2027

Codere, el negocio de los buitres
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Codere, pulpo español que ha hecho del juego una industria sin chimeneas que factura incalculables millones, le deja al Estado apenas 5 de cada 10 pesos que se juegan en las famosas y rentables máquinas tragamonedas. ¿El resto? Ganancias que probablemente fuguen del país.

Esta no es una presunción aventurada. La empresa fundada en 1980, que tiene 14 salas en la Provincia y emplea a unas 4.000 personas, juega su rédito en la danza de la especulación financiera internacional. Tanto es así, que uno de sus principales acreedores, Blackstone Group, se quedó con un suculento porcentaje del paquete accionario de la compañía. Se sabe: Blackstone Group es uno de los principales fondos buitre que llevaron a la Argentina al tétrico default.

Dicho en otras palabras: buitres se quedaron con Codere. Ergo: las ganancias del juego, que reportan millones para un privado y migajas para el Estado, van a manos de los zares de la especulación financiera.

Se estima que Codere obtiene ingresos de explotación del orden de los $ 3.000 millones por año en Buenos Aires, de los cuales alrededor de 750 salen de las tres salas que tiene en La Matanza, el distrito más pobre y poblado del país.

Blackstone Group, denunciado por la propia Presidenta como uno de los grupos que más daño le hicieron al país, compró a varios bancos bonos de la deuda que los españoles de Codere mantenían con el sistema financiero, a sabiendas de que el grupo sufría una posición complicada. Especuló con su caída. Y le dio resultados: luego de un año de negociaciones, la familia Martínez Sampedro, que controla la compañía, cedió la mayoría accionaria a este fondo buitre.

Codere es algo así como una de las em-presas “estrella” para la dirigencia política. Se sospecha que financia parte o gran parte de las campañas de candidatos a cambio de “favores” futuros. No es para menos: sólo en Buenos Aires, estos españoles asociados con Blackstone cuentan con más de 4.500 máquinas tragamonedas. Se calcula que cada una de ellas factura por día entre 1.500 y 2.000 pesos. Sus 14 licencias caducan en 2027. En su momento, Cristóbal López había terciado o se había interesado para quedarse con este paquete. Era seductor, obvio que sí. Pero finalmente ganó el citado fondo.

El tema es inquietante para el Gobierno, desde el punto de vista que se lo observe. El grupo financiero dedicado a private equity (capital riesgo) más grande del mundo, Blackstone Group, es de origen estadounidense y tiene su búnker en Nueva York. Fue acusado por Cristina como artífice de un “ataque especulativo” para desestabilizar al peso.

Según la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), los bonistas aceptaron una quita de unos 400 millones de euros sobre los 1.100 millones originales y el canje de algo más de 670 millones de deuda por capital, por el 98% de Codere.

Pero el acuerdo macro también contempla que la familia Martínez Sampedro, histórica propietaria de Codere, compre alrededor del 20% de las acciones. Así, José Antonio Martínez Sampedro logró mantener su puesto de presidente.

Eso sí, el control de las decisiones pasa por un consejo de administración formado por nueve miembros, tres de los cuales los designa José Antonio Martínez Sampedro, cinco los bonistas y el restante de forma paritaria. Es decir que la familia perdió el manejo global de la firma.

El Gobierno había negociado con Martínez Sampedro. De hecho, el año pasado se le renovaron a sola firma (mediante un decreto) por 15 años las licencias de cinco bingos. Ahora, el interlocutor directo será un representante de uno de los fondos buitre más encumbrados del globo.

Un estudio publicado en el libro No va más, del especialista en el tema Walter Martello, proyectó que para 2027 los bingueros habrán embolsado alrededor de 50 mil millones de pesos. Pero esta cifra no incluye los niveles de inflación ni el aumento de ingresos que anualmente registran estas compañías. Por ejemplo: Codere, la principal operadora de tragamonedas, en el período 2010-2011 aumentó en un 20% sus ingresos en territorio bonaerense.

El citado trabajo bibliográfico señala que si este incremento se proyecta a la totalidad de los años de la renovación, los empresarios de juego de azar (Codere más Cristóbal López y Daniel Angelici, entre otros) en 2027 se habrán quedado con este inimaginable monto a cambio de sólo desembolsar un canon extraordinario de $ 1.500 millones, sumado a cuotas anuales -sin interés- de $ 452 millones, lo que representa apenas un 3,5% del total de los ingresos.

Los principales acreedores de Codere eran el Crédit Suisse, Barclays, BBVA y Houston Casualty Company. En abril de 2013, los buitres encabezados por Blacks-tone y Service Point pusieron alrededor de 1.100 millones para comprar esa deuda, a sabiendas del default de Codere. En un año se apoderaron de la compañía.

Además, el acuerdo forzado por los fondos y los bonistas obligó a Codere a iniciar ante la Corte Superior de Justicia de Ingla-terra y Gales un procedimiento cuya finalidad es obtener una autorización judicial favorable para implementar la reestructuración, la cual ya fue aprobada.

Codere surgió en 1980, tras legalizarse el juego en España, cuatro años después de la finalización del régimen franquista. Se conformó por dos familias: Franco (los hermanos Jesús y Joaquín, que llevan el mismo apellido que el dictador español) y Martínez Sampedro (José Antonio y Javier).

Desde un comienzo, los roles estuvieron bien repartidos: los Franco se dedicaban a la fabricación de tragamonedas y los Sampedro las comercializaban. Este esquema duró hasta 2006, cuando Codere quedó exclusivamente en manos de la familia Martínez Sampedro.

Dos años después de esta operación, en 2008, Codere se convirtió en la primera empresa en abrir una sala de apuestas presenciales deportivas en España, y la única que consiguió licencia en las dos primeras comunidades autónomas que regularon ese rubro: Madrid y el País Vasco. A ellas se les unieron Navarra y Aragón.

Se calcula que Codere cuenta con 57.000 terminales de juego, 190 salas, 798 puntos de apuestas y tres hipódromos repartidos en distintos países, a los que se les suman juegos online en Italia. En 1991 arribó a Argentina, donde principalmente opera en Buenos Aires. Hoy tiene 14 salas y al-rededor de 4.500 máquinas, las cuales ya son manejadas por ese impiadoso fondo buitre.

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