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Argentina
11 de enero de 2019
LA TECLA MAR DEL PLATA

Gabriel Mestre: "La política con mayúsculas es una acción clara de la Iglesia"

Tras propiciar un espacio de acercamiento entre el gobierno y los trabajadores municipales, el Obispo marplatense contó a La Tecla Mar del Plata los motivos que lo llevaron a ocupar ese lugar. Defendió el rol político de la Iglesia y advirtió sobre los peligros del efecto Bolsonaro.

Gabriel Mestre:
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Luego de mediar en el conflicto entre el gobierno y los trabajadores municipales, Monseñor Gabriel Mestre recibió en la Catedral a La Tecla Mar del Plata, donde ofreció importantes conceptos sobre la situación política en el marco dela retención de tareas, sobre el rol social y político de Iglesia, donde también dejó un alerta sobre el efecto Bolsonaro.

Tras ser reunirse con las partes por separado, ayer concretó una reunión con representantes del gobierno encabezados por el secretario de Gobierno, Alejandro Vicente, y el secretario general del Sindicato de Trabajadores Municipales, Antonio Gilardi. Allí se logró un reencuentro de las partes, que se comprometieron a bajar los decibeles de las declaraciones públicas e intentar encontrar en el Ministerio de Trabajo el ámbito para la resolución del conflicto.

- ¿Cómo viene observando la situación en Mar del Plata en el marco de este conflicto paritario?

- El conflicto refleja la problemática que a nivel social tenemos en toda nuestra Patria. Una discusión donde el tema principal tiene que ver con una paritaria, está muy conectado con la situación que particularmente desde septiembre, como momento particular con la escalada del dólar y la suba de todos los precios, y la actualización por debajo de la inflación, generó esta discusión y este quite de tareas por parte de los trabajadores municipales, que de seria, se estaban transformando en grave por los efectos. No discutiendo la responsabilidad de cada lado, que es un tema más profundo y delicado, y en el cual he elegido no explayarnos de manera muy fuerte, para ofrecer un ámbito neutral de mediación. Sí fue importante poder dialogar con las partes por separado, donde podemos reconocer los planteos positivos que tienen y también provocar un poquito con algunas cuestiones que creíamos que pueden ayudar una vez instalado el conflicto.

- ¿Cómo fue procesando esta situación y cómo ese proceso lo llevó a intervenir para acercar posiciones?

- Primero pensé que no. Estuve dos días, cuando me llega la propuesta, que dije que no. Lo vi muy oscuro, vi un planteo muy rígido reclamando cada uno desde cada lugar. Después en diálogo con algunos asesores laicos y curas, me decidí por el sí porque visualice que sí podemos generar un ámbito de neutralidad, donde además la ventaja es que el resultado sea el que sea, ni el obispo ni la Pastoral Social necesitan votos. Que a veces la realidad política electoral, lo digo de manera positiva, no en un sentido negativo, (porque) no se construye poder en el ámbito democrático sin votos, entonces no hay que ser puritano en este tema. Entonces dije que ahí hay un espacio donde podemos ser positivamente neutrales y además instalado el conflicto, de corazón quiero ser neutral. Vi claramente que estaba en juego un bien superior de los marplatenses y turistas, y eso me llevó a definirme.

Desde el punto de vista estratégico, la discusión había llegado a tal punto que la solución, si venía por otro carril, unos iban a ser grandes ganadores y otros grandes perdedores, entonces nadie iba a dar el brazo a torcer. Al entablar un tercer actor, que fue la Iglesia, favorecía a los dos sectores y que todos seamos ganadores.

Más allá de las deficiencias históricas de la Iglesia, en mi Episcopado cuando elegí como lema ´Cristo es nuestra paz´, para los creyentes en particular, pero también con una proyección social y ciudadana, el tema de defender la paz social, que es un valor universal, me sentí comprometido en esto.

- Y esa rigidez en los planteos que veía desde afuera, ¿la constató en los primeros encuentros o se encontró con algo distinto?

- Fue positivo con los dos sectores. En estos últimos días habían tomado conciencia de la gravedad de la situación y ahí brotó lo mejor de cada una de las partes y por eso la voluntad de diálogo. Los dos podrían haber dicho que no, porque a mí no me corresponde intervenir, ni el obispo ni a la Iglesia les corresponde intervenir en un primer nivel. Tenemos las estructuras democráticas que deberían responder de manera más directa. La disposición de las dos partes fue lo que permitió que pudiéramos llevar adelante esta tercera reunión, que era la más fuerte, era reencontrarse cara a cara.

- ¿Está prevista alguna nueva instancia de mediación?

En principio no. Ellos tienen un contacto personal con los cinco laicos de la pastoral social que trabajaron (en la reunión). Nuestra función era la de acercar positivamente a las partes y dar un signo fuerte. Ahora queda el trabajo técnico puntual, donde en el Ministerio de Trabajo y los elementos de la estructura democrática del Municipio, lo tienen que llevar adelante ellos.

- ¿Recibió repercusiones de su intervención de parte de la población marplatense, religiosa o no?

- Se ha tomado como algo positivo, al menos desde el ámbito de la Iglesia. También en el contacto que he tenido con la gente, en una cena con amigos y mis compañeros de pileta también. No tengo un trabajo de campo, pero en general la respuesta fue positiva porque había un cansancio con respecto a esta situación. Esto estaba afectado a todos por un lado por otro, tanto a los marplatenses como en los turistas.

Mi intención fue hacer un aporte a la realidad ciudadana como la Iglesia lo ha hecho tantas veces y como ha sido lamentable cuando no lo ha hecho. Cuando planteamos por qué la Iglesia no tuvo un rol más claro y decidido en la época de la dictadura, por un lado están los que fueron cómplices, que son contados y va en contra del Evangelio; pero faltó tal vez una intervención más activa, propositiva, de poder desarmar lo que terminó siendo después una dictadura atroz. Teniendo esa herencia, yo quiero comprometerme, respetando los ámbitos. La Iglesia tiene que colaborar siempre con la paz social, con la cultura del encuentro, con el bien común, porque la Iglesia está metida en el mundo y en la historia.

- Se viene apreciando un cambio en el enfoque respecto a lo que debe ser el rol social de la Iglesia, incluso también en el pensar a la Iglesia como un actor político, no en tanto político partidario, sino desde una concepción más amplia de lo que es la política.

- La política con mayúsculas es una acción clara de la Iglesia. Lo es en sus laicos, lo es en sus pastores, incluso tenemos que alentar a nuestros laicos para que se metan en las estructuras partidarias para poder propiciar desde esas trincheras el bien común. Además tenemos esta gran ventaja, que no siempre es tan clara en otras iglesias u otras confesiones: primero, los pastores nos tenemos que abstener siempre de hacer política partidaria. Y después, un cristiano católico, desde una izquierda saludable a una derecha saludable, puede elegir el ámbito para participar. Una extrema derecha o una extrema izquierda desnaturalizaría el mensaje del Evangelio de Cristo.

- Y desde esta concepción, ¿cómo ve el fenómeno que viene ocurriendo en Brasil con la llegada de Bolsonaro al gobierno? ¿Se está desarrollando una derecha por fuera de esos márgenes tolerables?

- Hay cuestiones que levantan un alerta amarilla, naranja. También es un alerta para los sectores más progresistas del ámbito de la política porque a Bolsonaro lo apoyaron mucho los pobres. Qué es lo que está pasando que un discurso progresista, en teoría más sensible a la realidad de los pobres y la injusticia social, no termina teniendo representatividad en aquellos que son los más necesitados.

En el fenómeno más fundamentalista de algunos grupos cristianos aparece un planteo muy fuerte en algunos temas que no tiene por qué tocar a toda la realidad que se lleva adelante. Hay un discurso de intolerancia religiosa, de diversidad...la Iglesia tiene una perspectiva muy clara respecto a cuestiones como el género, aborto, y sin embargo hay una actitud de respecto. Personas homosexuales en la Iglesia tenemos un montón, hasta tenemos gente trabajando en ámbitos pastorales. Hay que saber incluir una dinámica de diversidad, por más que mantengamos desde la perspectiva de la fe cristina católica el tema del matrimonio entre un varón y una mujer. Pero la realidad te marca otra cosa. La situación de los divorciados, que hace 30 años…hoy tenemos infinidad de parejas divorciadas trabajando en las estructurales pastorales. El fenómeno Bolsonaro es un tema que preocupa.

La Tecla Mar del Plata - www.lateclamardelplata.com.ar

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